Noticia destacada del Heraldo de Aragón: una mujer de la localidad navarra de Tafalla es registrada y sancionada por acudir de compras a Zaragoza. La policía foral en su cuenta de Twitter se jacta de su captura: "Abra el maletero"... sorpresa, denunciada.
¡Menuda hazaña! Atrás quedan los alijos de droga o la captura de comandos terroristas. Ahora el objetivo es el ciudadano que osa desplazarse por eso que en otro tiempo se llamó España.
- Abra usted el maletero. Vaya, vaya, vaya, mira lo que tenemos aquí. Dos bolsas. ¿Y qué contienen? Una blusa, dos camisas de niño y una mantelería. Sorpresa, sorpresa. ¿Creía que iba a irse de rositas?
Cuando cayó el telón que separaba el totalitarismo comunista del llamado mundo libre una de las cosas que descubrimos es que los naturales de aquellos territorios necesitaban permisos especiales para desplazarse dentro de su propio país. Para ir de Praga a Brno tenían que justificar las razones de su viaje y si el funcionario de turno no las veía convincentes podía impedirlo.
Aquí y ahora estamos sometidos a toques de queda, como en una guerra; a un estado de alarma eterno que se pasa por el arco de triunfo la excepcionalidad que marca Constitución (15 días sujetos a la aprobación parlamentaria); a una vigilancia policial sin precedentes que permite a los cuerpos de seguridad del estado reventar una puerta sin orden judicial si sospechan que en un piso se reúnen personas no convivientes. Tenemos la obligación de ir por la calle absurdamente provistos de una mascarilla según una norma respaldad por cero criterios de científicos; repito: sin el menor criterio científico. Pero a los sátrapas de turno les pone dar y quitar graciosamente, aunque ellos no se exijan nada de lo que imponen.
Es noticia que una vecina de Tafalla vaya a comprar a Zaragoza mientras miles de turistas desembarcan a diario en los aeropuertos de las zonas turísticas de España procedentes de países con tasas de contagio mayor que la del nuestro, y ello con el visto bueno de las autoridades de las taifas correspondientes. Así, mientras un tinerfeño no puede desplazarse a la Lanzarote, un señor de Munich puede plantarse en el punto de España que desee sin ser molestado.
Claro que todo esto no sería posible sin el aplauso acobardado de una gran parte de la población atiborrada de propaganda. Es el camino del miedo a la sumisión; de la necesidad a la mentira.
Aquí han llegado un buen número de franceses para divertirse. Nosotros no podemos viajar para, al menos, ver a la familia.
ResponderEliminarEntender esta situación es bastante complicado.
Al final, voy a tener que ir al psicólogo a ver si me ayuda...
Un fuerte abrazo.
Hola, Amalia. Lo que yo entiendo es que hasta donde pueden ejercen el totalitarismo, y allí donde no les dejan por el paraguas de la Unión Europea, no pueden ejercerlo. Bajo estas botas estamos.
EliminarUn abrazo grande para ti.