miércoles, 22 de abril de 2020

Para llorar



El camino lo han marcado quienes han tenido éxito:

- Anticiparse.
- Mascarillas obligatorias para salir a la calle o para acudir a cualquier lugar público.
- Test masivos.
- Transparencia.

Basta atender a esas cuatro premisas para comprender la razón de nuestro fracaso.

Nuestra vecina Portugal en el momento de escribir estas líneas cuantifica 785 fallecidos. España, oficialmente, 21.717; si bien los expertos estiman que la cifra real rondaría las 40.000 víctimas.

Teniendo en cuenta que Portugal tiene algo más de 10 millones de habitantes, y que España no llega a los 47 millones, si extrapolásemos los muertos por coronavirus en Portugal a la población española estaríamos hablando de unos 3.680 fallecidos.

Ya no me molesto en compararnos con la República Checa, que con una población algo superior a la de Portugal suma 208 fallecidos, lo cual ha determinado que su sistema sanitario no dejara a nadie en la cuneta.

El cálculo es muy simple: de haberse gestionado esta epidemia como lo ha hecho Portugal, teniendo su índice de mortandad, ahora mismo estarían con sus familias unas 36.310 personas que, para su desgracia, han acabado en el anonimato de una estadística. No son nadie; sólo parte de una cifra pasajera. ¿Su pecado? Residir en España. No es justo ni injusto, es sangrante.

No quiero pensar lo que pasará como haya un rebrote vinculado al número de contagiados en cada país.

El martes aparecía en la prensa un estudio australiano (Institute of Certified Management Accountants) en el que se mostraba una comparativa de 90 países en cuanto al acierto en la gestión de la epidemia. España tenía el dudoso honor de figurar en el último lugar del ranking. ¡El último! ¿Cómo es posible semejante desastre?

Uno contempla con rubor a tantos políticos haciéndose test repetidamente mientras la inmensa mayoría de los ciudadanos se ve privada de ellos, incluyendo los enfermos en sus casas que pueden fallecer sin tener siquiera el reconocimiento de ser víctimas de la pandemia, pues por lo visto en el estado de alarma conviene no sembrar alarma.

Cómo no sentir tristeza y rabia ante un gobierno tan autoindulgente, parapetado tras los uniformes de mandos de la guardia civil o de la policía, lanzando advertencias de vigilancia ciudadana como si en vez de ante una enfermedad estuviéramos en una guerra en la cual sus críticos son enemigos de la patria.

Anuncian iniciativas proscriptoras para "impedir bulos" los mismos que negaban cualquier peligro de propagación de la enfermedad, y ello pese a las advertencias reiteradas de diversos países y organismos internacionales. Son aquellos que boicoteaban toda iniciativa precautoria acusando de alarmistas a quienes anunciaban lo que venía. Son quienes ocultaban su imprevisión negando la necesidad de mascarillas o de equipos especiales para los sanitarios; los que alardeaban de nuestro sistema de salud para, descontrolada la crisis por su imprudencia, señalar a sus adversarios políticos como culpables.

Lo más triste es que no se ve propósito de enmienda.

Seguimos sin test; seguimos viendo por la calle o en los mercados a muchísima gente sin mascarilla; seguimos padeciendo cambios de criterios y falta de liderazgo (no de hambre de poder, que de eso hay de sobra), carencia de ejemplaridad en los principales dirigentes.

Si todo no naufraga es porque hay mucha gente enfangándose para que esto salga a flote: en hospitales, en transportes, en mercados, en bancos, en oficinas de correos, en farmacias, en servicios públicos. Gracias a ellos hay presente y esperanza.







6 comentarios:

  1. El sacrificio personal es en ocasiones tan grande que pensar que pudiera haberse evitado o minorado con una política más inteligente, más valiente, o más honesta es doloroso.... El número de fallecidos es tan grande que me viene a la cabeza un viejo cuento que leí en que un neandertal solo sabía el concepto de número hasta el 3 luego eran simplemente "muchos"... :(

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    1. Es que psicológicamente no podemos individualizar grandes cantidades. Nos conmueve más Ana Frank a quien "conocemos" por sus diarios, que saber que tal día fueron gaseados seis mil judíos húngaros.

      De ahí la huida de la personalización del fallecido, hasta el punto de leer noticias como que hoy la cifra de muertos por coronavirus es de "sólo" X personas.

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  2. Cuánta razón tienes, Rafael!!.
    Estoy asustada y decepcionada por todo lo que está sucediendo y por lo mal que se está gestionando.
    Tantos fallecidos, tanta tragedia...
    Y de pensar que se podía haber evitado tanto terror, no paro de sufrir.
    Un fuerte abrazo.

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    1. Me gustaría poder decir que todo va a ir bien, pero, efectivamente, el precio que estamos pagando por una gestión nefasta es exorbitado.

      Un abrazo, Amalia, y cuídate.

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  3. Mucha razón en esta entrada 100% de acuerdo.

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  4. No conocia ese punto de vista. Seguro en ese epoca no habian tienda fitness . En algo se pudo ayudar.

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