Mi amiga M.A. haciendo gala de una gran generosidad me ha regalado unos cuantos libros. Ayer, volviendo en tren desde Granada, me leí uno muy breve extraído de una conferencia de Fabrice Hadjadj, profesor de filosofía y literatura a quien no tenía el gusto de conocer. En concreto el titulado La suerte de haber nacido en nuestro tiempo (Ed. Rialp).
Hadjadj es un converso al catolicismo de origen judío. Sus padres eran maoístas y él en su juventud se encuadraba en las filas del ateísmo anarquista. Hoy, si la Wikipedia no miente, tiene ocho retoños junto con una actriz francesa.
Pero más allá del anecdotario biográfico me interesa recoger una cita de este jugoso libro. La misma aparece en referencia al Apocalipsis, entendido tanto en su sentido originario de "manifestación", cuanto a la extendida idea de catástrofe. Dice así:
«El indicador de este apocalipsis lo marcan todos los combates "a la contra" que libra la Iglesia. La Iglesia está en este mundo principalmente para revelar a Dios, cuando lo cierto es que su tarea se reduce cada vez más a preservar lo humano. Entraña esencialmente lo sobrenatural y se ve cada vez más llamada a defender la naturaleza. Es el templo del Espíritu y se presenta cada vez más como la guardiana de la carne, del sexo, de la propia materia. Esta situación terrible en la que ya no hay nada que se considere obvio es en realidad espléndida, porque, así las cosas, sólo cabe que todo vuelva a empezar en Dios».
No parece mala reflexión para estas fechas en que se celebra la venida del Niño Dios.
Feliz Navidad, Joaquín.
ResponderEliminarBuena reflexión.
ResponderEliminarFeliz Navidad.
Un fuerte abrazo.
Un abrazo para ti, Amalia
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