viernes, 7 de junio de 2019
Utopías: entre el cielo y el infierno
Todavía recuerdo cómo conmovieron a aquel niño que yo era las imágenes en blanco y negro de unos hombres caminando sobre la nieve, de la joven transformada en anciana por abandonar el Edén escondido entre las montañas del Himalaya, del mundo donde todo era hermoso y no había lugar para la muerte.
Después de una vida que se ha lanzado al galope la he vuelto a ver: Horizontes perdidos, dirigida por Frank Capra; todo un maestro de la educación sentimental. Y mi corazón se ha vuelto a agitar sumergido en la utopía de un mundo sin mal ni dolor del que sólo un loco querría escapar. (De hecho uno de los protagonistas es tan ciego para lo que tiene ante sí que, efectivamente, quiere salir corriendo de allí).
Recientemente veía una conferencia de Fernando Savater en la que afirmaba que tanto la República de Platón como Utopía de Tomás Moro son realmente una ironía de sus autores, una burla hacia las sociedades fantásticamente ideales. Añadía que todavía había gente que había tomado estos libros en serio. He de confesar que yo era uno de esos ingenuos, pero desde que leí La nieta del señor Linh y descubrí por unos amigos que no me había enterado de lo más sustancial de la novela, ya no me atrevo a decir nada. Así que me tendré que releer un día de estos (o de aquellos) los libros de Platón y del santo inglés.
Es cierto que nuestro tiempo desconfía de las utopías, y no sin motivos. Ahí tenemos otra "broma" utópica escrita por un filósofo llamado Karl Marx que condujo a la miseria y la muerte a varios millones de personas. No sé si es que gran parte de sus lectores no supieron captar su fina ironía o, como dicen quienes reivindican su legado, nadie ha sido hasta la fecha capaz de aplicarlo debidamente; el caso es que cada vez que se ha intentado poner en marcha el materialismo dialéctico los cobayas que lo han sufrido han acabado en el cubo de la basura. Supongo que siempre quedará a sus artífices el consuelo de pensar que los culpables son "los otros", que joroban el experimento por su falta de capacidad.
Pero volviendo a una dimensión mucho más luminosa, quiero aprovechar para recomendar Horizontes perdidos en su versión de 1937, un canto a los más altos anhelos del hombre: la belleza, el amor, la perdurabilidad, la armonía... en un lugar utópico, outopos, no lugar, a donde no llevan las armas ni el rencor, sino la imaginación, el amor y el deseo de plenitud.
Esa película me encantó de niño, la volví a ver hace poco y no ha perdido su atractivo. No sé porque pensaba que se llamaba Sangri-la, pero veo que ese es el lugar misterioso de la historia y no el título, por alguna razón nunca sentí que fuera una utopía sino que siempre me pareció un lugar alto aterrador, quizá por esa sensación de no poder huir o esa imagen envejeciendo, una especie de castigo por "coger el fruto prohibido", como un recordatorio de que el tiempo siempre se cobra su pieza.... Había otras películas que me gustaron y apenas se ven ya, el hombre del traje blanco, de un científico que crea un tejido blanco que no se mancha ni deteriora, al final acaba perseguido por los empleados del textil que buscan venganza, pero le salva que el tejido resulta inestable y se deshace.... Otra película que me gustó fue Pasaporte a Pimplico, un barrio de Londrés que se descubre que es el último reducto soberano de Borgoña y se emancipa de Inglaterra burlando el racionamiento de la posguerra mundial, al final es un canto a la solidaridad de la gente, películas que me impresionaron y que casi nadie recuerda ya....No es que no haya forma de ver películas antiguas en blanco y negro, siempre se puede buscar en youtube, descargar o intentar comprarlas pero recuerdo las tardes de domingo y creo que de sábado, sobre todo en verano, aun con el regusto a la sandía del postre (aquellas de corteza verde intenso cargadas de pepitas negras) con todos los hermanos (eramos cinco) sentados alrededor de la televisión viendo aquellas historias con su "sentido de lo maravilloso", esa sensación ya no sé si la tienen las familias, desde luego es una pena que se repongan una y otra determinadas historias y no se valoren aquellas películas....quizá les pase lo que a las pepitas de las sandías, sean cosas que resultan que a alguien le molestaba....
ResponderEliminarEn cierta forma resulta que la utopia es la infancia, un lugar al que ya no volveremos (no en esta vida al menos, quizá en la perdurable) salvo de forma parcial y a través de los ojos de nuestros pequeños...
ResponderEliminarPues mira, ahora que lo dices, voy a volver a ver "Pasaporte a Pimlico". Recuerdo que me divertí hace mucho mucho tiempo, en una galaxia muy lejana.
Eliminar¡Gracias, Joaquín!
Pues no he visto esta película.
ResponderEliminarVoy a intentarlo
Un fuerte abrazo.
Para cuando te animes, te paso este enlace:
Eliminarhttps://zoowoman.website/wp/movies/horizontes-perdidos/Acuérdate de ampliar la pantalla con las flechitas para verla.
Un abrazo
Muchas gracias!!!¡
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