miércoles, 15 de agosto de 2018

A moro muerto gran lanzada





Hay un personaje, que cunde por doquier, dedicado a la labor de enarbolar banderas cuando éstas ya han triunfado. Es su ideal apuntarse a caballo ganador con pose de luchador, de resistente, de revolucionario. Siempre acude al campo de batalla con el único propósito de rematar heridos y pasear en el desfile de la victoria proclamando que ha ganado una guerra librada por otros.

Es el que con más convicción habla, con más aplomo sentencia, con mayor indignación apunta con dedo acusador. Abandera una causa, sí, la de ser el abanderado.

Cuando veo a ese tipo humano que cunde por doquier recuerdo aquellas palabras de Stefan Zweig en "El mundo de ayer":


"Había estudiado demasiada historia, y escrito sobre ella, como para no saber que la gran masa siempre se inclina hacia el lado donde se halla el centro de gravedad en cada momento".

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