Estoy leyendo uno de esos libros que no se limitan a dar
cuenta de unos hechos, sino que por la significación de los mismos le remueven
a uno por dentro. Me refiero a El cielo
prometido. Una mujer al servicio de Stalin, de Gregorio Luri.
En el libro se da cuenta de la vida de Caridad Mercader,
destacada comunista española madre de quien acabara con la vida de Trotsky,
Ramón Mercader. Junto a ellos aparece toda la constelación de elementos que se
mueven en su universo revolucionario.
Hay algunas notas que me parecen particularmente
significativas. Así, la fe ciega que los militantes profesaban al credo comunista,
sin fisuras, basada en la sospecha y la purga permanente, donde a semejanza de
Robespierre la virtud iba necesariamente de la mano del terror. “Yo os digo que
Lina Odena no ha muerto para que se paseen las señoritas ociosas por Madrid. Y
como el miedo es saludable, si no se nos tiene miedo, el sacrificio de Lina
será estéril”, sentenció Margarita Nelken, y se pusieron manos a la obra. Y es
que en esta nueva religión la virtud sólo se alcanzaba mediante obediencia
incondicional al Partido. No había otro mandamiento: amarás al Partido por
encima de todas las cosas, de tu familia, de la verdad, de tu vida, de tu
conciencia.
Otro hecho llamativo es la inmediatez del proceso revolucionario.
Apenas se produce el pronunciamiento militar de julio del 36 las milicias se
echan a la calle. No olvidemos que en
Madrid durante la guerra civil la calle Príncipe de Vergara pasó a llamarse
Avenida del 18 de julio. El alzamiento militar se vio como el pistoletazo de
salida para dar comienzo a la revolución que traería un mundo nuevo, a
semejanza de lo que había acaecido en Rusia. El primer asalto en el 34 había
fracasado, pero esta vez las cosas habían de ser distintas. Los asaltos, requisas,
represalias, se desarrollan rápidamente. Al principio con un optimismo
ilusorio, pronto sometido a la fuerza de los hechos.
Ello demuestra que la quiebra social se había fraguado
tiempo antes y que había elementos deseosos de que esto aflorara para hacerse
con el control.
Se señala con acierto el papel de la propaganda, donde un
individuo accidentado puede transformarse en héroe combatiente. La verdad no
importa, sólo la épica que estimule a la lucha y convierta en demonio al
enemigo.
Es curioso que en nuestro tiempo, cuando ha caído el Telón
de Acero y contamos con materiales bastantes para aclarar muchos de aquellos
hechos, nos hayamos lanzado a la tarea de consagrar los mitos cambiando los
nombres de calles y plazas para homenajear a personajes verdaderamente inquietantes.
Pero, como dice La historia interminable,
esa ya es otra historia y debe ser contada en otro momento.
Por último, en lo que llevo leído se señala el nuevo
papel de las mujeres. Su protagonismo en la lucha, la propaganda y el espionaje
queda perfectamente reflejado en esta obra. Y no se trata de una reivindicación
políticamente correcta, sino que recoge el acontecer de aquellos años
trepidantes.
¿Es todo? No, no es todo. Porque más allá de esas claves
históricas están las personas que las protagonizan y que desfilan ante nosotros,
con sus flaquezas y sus gestos generosos, incluso desde su peculiar
interpretación del mundo. Así nos encontramos con Caridad, con África de las
Heras, Lena Imbert, Marina Ginestà, Ramón Mercader y otros muchos; mujeres y
hombres que pusieron su existencia al servicio de una ideología que pretendía
asaltar el mundo de las Ideas a cualquier precio, incluso el de sus propias
vidas.
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ResponderEliminarHasta que los fanatismos ideológicos encubiertos en mentiras no sean superados, estamos obligados a afrontar su erradicación. Los nacionalismos en Austria, Francia, Grecia, Polonia, Alemania, Escocia, o los falsos nacionalismos en España son consecuencias de esos fanatismos. La corrupción existente ayuda a explicar los peligros del ayer y de hoy.
ResponderEliminarLos fanatismos tienen muchos trajes, es cierto, desde los folkloricos hasta los turbantes. Ser hombre es tener conciencia, no decir siempre amén al rebaño.
EliminarUn abrazo
Sin duda que se trata de un libro muy interesante del que tomó buena nota, Es bueno leer estas historias contadas desde una perspectiva seguramente más real del personaje.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y muchas gracias por la recomendación.
Amalia, gracias a ti por tu generosidad y lealtad. Contigo da gusto. Un abrazo.
EliminarTienes el don de hacer atractivo todo lo que haces. Dan ganas de vivirlo como lo vives, ya has pusto el gusanillo en mí, para hacerme con él.¿Y los guardias pa cuando?...
ResponderEliminarLos guardias iban a estar para la feria del libro en San Jorge, pero parece que las cosas de palacio van algo despacio, así que habrá que esperar ¿a junio? Ya no me atrevo a decir nada. Te avisto. Un abrazo fuerte.
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