lunes, 22 de febrero de 2016

Conservacionistas (de la amistad)



El sol comienza a pintar de ocre las crestas de las peñas. Y mientras trepamos ladera arriba Carlos avista un zorro: ¡Mirad, allí! Nos detenemos para contemplar cómo trota campo a través bamboleando su tupida cola.

Continuamos caminando hasta alcanzar la alcarria. Desde allí el paisaje es inapelablemente hermoso, con el río Huerva serpenteante en la parte baja y un rebaño de cabras montesas paciendo en la cornisa opuesta. De nuevo una sorpresa nos aguarda, dos hembras y un macho, este último con notable cornamenta, han quedado a nuestro lado y se aproximan despreocupados hacia nuestra posición. No cuentan con la presencia humana a tan tempranas horas. Apenas nos ven comienzan a danzar entre los riscos mientras los perseguimos con nuestros prismáticos.

La mañana nos deparara unos cuantos trofeos más, como el avistamiento de un poderoso búho real que acabará siendo hostigado por un halcón peregrino.

Me siento bien, muy bien, serenamente bien. En el monte, donde el silencio de los autos permite hablar a las currucas, los escribanos y las collalbas. Y este deleite, que es un don (donum, dádiva, presente, regalo), lo comparto con dos amigos de la niñez, como lo hiciéramos tantas otras veces a lo largo de los años.



Nuestras primeras salidas naturalistas las realizamos cuando teníamos, ¿diez años? Seguramente nuestros padres estarían en un ay. Entonces no había teléfonos móviles y permitir que unos mocosos se fueran de casa con sus mochilas a coger el autobús para algún pueblo y de allí echarse al monte o vagar junto a los pantanos acarreaba no pocas incertidumbres, pero las asumieron, y les estoy agradecido por ello.


Este domingo volví a salir con Carlos y Luis, y nos solazamos en el zorro, en las cabras, el búho, el halcón, los petirrojos, los espinos, las coscojas… en la vida, en la libertad y en la amistad.


6 comentarios:

  1. Un placer veros.
    Abrazos!
    Santi Espa.

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  2. ¿Abrazos cartesianos?

    Otro grande para ti

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  3. La amistad es uno de los grandes valores y un sentimiento muy hermoso.

    Hace unos meses me reencontré con dos de mis buenos amigos de la infancia y estamos encantados de reanudar aquella maravillosa amistad. Disfrutamos recordando viejos tiempos.

    Un fuerte abrazo.

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    1. Amalia, pues ahora hay que poner en marcha nuevos buenos tiempos con esos amigos.

      Un abrazo grande

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  4. Qué envidia, a ver si saco un hueco de entre bosques literarios, y hago alguna excursión, para que las cosas equilibren las palabras. Y entre amigos, que, como muestras, es lo mejor. Un abrazo.

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    1. Espero que tengas ocasión de hacer esa excursión más pronto que tarde. Otro abrazo para ti.

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