viernes, 19 de junio de 2015

La flor en el desierto




Hace un tiempo leí un cuento que venía a narrar la siguiente historia (la abrevio notablemente):

Todos los años en una comarca hacían un concurso para ver qué campesino cultivaba los mejores garbanzos. Indefectiblemente ganaba Tomás, que cada cosecha iba mejorando la calidad de su producción. De triunfo en triunfo llegó a la ancianidad. Así que un día unos hombres quisieron saber el secreto de su éxito.

- ¿Qué cómo lo hago? Me limito a regalar las mejores simientes a mis vecinos.

- ¿A sus vecinos? Pero entonces tendrán mejores plantas.

- Bueno, sí, cada año son mejores. Pero son ellas las que polinizan mis cultivos, así que gracias a eso consigo tan buenas cosechas.

Si nuestro entorno es fecundo, estimulante, próspero, nosotros podemos nutrirnos de él y ser más (justamente en eso consiste el verdadero progreso, en ser más). Por el contrario, en un mundo árido, estéril, nos atrofiamos. Difícilmente podremos dar grandes frutos en un ambiente hostil al mérito.

Cuando se aprobó la polémica asignatura de "Educación para la ciudadanía" algunos centros escolares tranquilizaban a los padres diciéndoles que allí iban a hacer un apaño para impartir la asignatura de otra manera y que, por tanto, no debían objetar.

No es mi intención abordar la problemática de esta asignatura (tampoco me siento cualificado), pero sí señalar que aparte del componente egoísta que este planteamiento tiene (los míos se salvan, allá los demás), olvidaban que el día de mañana esos muchachos van a moverse en un mundo de personas conformadas con esos planteamientos que a ellos se les han evitado... temporalmente.

Igual sucede en los demás órdenes de la vida. La tentación es buscarnos Arcas de Noé para ponernos a salvo, pero en tanto que seres sociales no hay vía de salvación fuera de la de la comunidad a la que pertenecemos.

miércoles, 17 de junio de 2015

El fracaso del profeta



Yo no sé si cuando un profeta ve cumplidos sus negros vaticinios ríe o llora. Yo pienso que llora, y además amargamente, porque atisbar el fuego y tocar la campana para avisar y que dicho repique no sirva para que las gentes se pongan a la tarea de extinguirlo representa el más penoso de los fracasos.

Por eso creo Ortega y Gasset se debe estar revolviendo en su tumba. Hoy uno lee La rebelión de las masas y encuentra que es infinitamente más actual que cuando se escribió. En la era de la "mundialización", ese hombre heredero del esfuerzo de siglos por construir estructuras culturales y sociales complejas sobre las que sostener la prosperidad, como le vienen dadas, como estaban ahí cuando llegó, actúa irresponsablemente creyendo que son tan naturales como las hierbas del campo o las nubes del cielo. Se siente con derecho a todo, a jugar con ellas, a retorcerlas, pues en el fondo cree que nunca han de fallar. Es la actitud del niño mimado: todo son derechos y éstos llueven del cielo.

Ahí está el especialista bárbaro, conocedor de su minúscula parcela del saber que consciente de su cualificación en dicho reducto tiene la desfachatez de decidir sobre cualquiera de los órdenes sobre los que lo ignora casi todo.

Lo más angustioso es que frente a este panorama que acelera nuestra caída, parece no haber nadie para hacerle frente.

Escritores que parecían haber conservado un grado de sensatez, comunicadores, formadores... más pronto que tarde acaban repitiendo el discurso dominante, con alguna pose, eso sí, para que no parezca.

Se dice que la batalla de las ideas está perdida. ¿Pero es que se está librando alguna batalla de ideas? Yo no la veo. Lo que veo es la fuerza de la propaganda y de la "doxa" que se lleva todo por delante sin apenas resistencia.

¿Quién se atreve hoy a decir en la plaza pública que el rey está desnudo? Hacemos chanza del geocentrismo medieval y luego nos creemos que somos el centro de la Historia, que la última ocurrencia que nos ha venido a la mente es el súmmun del pensamiento, que estamos aquí para corregir los errores de toda la humanidad que nos precedió (y ya de paso de la Naturaleza, esa "estúpida" que un día decidió perpetuar las especies a través de la disyunción sexuada y de la protección del ser viniente en el seno materno).

Sí, don José, tenía usted razón, somos los nuevos bárbaros. Nos diferenciamos de los antiguos en que éstos no tenían a la espalda una cultura que les redimiese de su condición, mientras que nosotros hemos decidido miccionar sobre ella.

domingo, 14 de junio de 2015

Sin palabras

Alemania años 30 del siglo XX.



España 2015

"Tranquility. El test de ADN fetal no invasivo más completo. GENOMA"

jueves, 11 de junio de 2015

Un profesor de Filosofía sobresaliente



Hay profesores buenos, malos y regulares, como en todos los órdenes de la vida. Luego están los excepcionales. Yo tuve la fortuna de contar con uno de éstos. Consiguió algo que, pese a lo que pueda parecer, no es nada fácil: que aprendiera, pero de verdad; comprendiendo, razonando, contextualizando, reteniendo. Me estoy refiriendo a don Vicente, mi profesor de Filosofía en 3º de BUP y COU.

Sin las bases que él me dio jamás habría podido sacar adelante ninguno de los modestos proyectos que he realizado en este campo; insisto, jamás. A él debo la sistematización de la historia de la Filosofía, la articulación de sus distintas etapas, la comprensión de las principales corrientes y pensadores dentro de su marco histórico. Sin los sólidos fundamentos que él nos ofreció casi todo habría quedado borrado, como por desgracia me ha pasado con otras materias.

Pero don Vicente tenía un enemigo que yo era incapaz de ver a mis diecisiete años. Y aquel enemigo invisible cada vez se hacía más fuerte. Me refiero a los distintos planes de estudios que con cada cambio político se iban imponiendo.
Afortunadamente para mí, en aquel entonces Filosofía era una asignatura obligaría de contenidos suficientemente exigentes como para abordar sus diversas áreas y recorrido histórico.

Y pasaron los años. Yo había escrito un libro titulado “Historia de la Filosofía para peatones” y, conocedora de ello, una editorial contactó conmigo porque había un cambio legislativo que modificaba la asignatura de Filosofía. Ello les obligaba a cambiar los libros de texto e iban sondeando propuestas para los nuevos.

Me hice con la nueva ley. Suponía una poda significativa con respecto al anterior plan. De facto la Historia de la Filosofía se transformaba en algo así como hitos inconexos de la historia de la Filosofía. Ahora de lo que se trataba era de estudiar diversos filósofos aisladamente, saltando a brincos de uno a otro sin conexión alguna. Telefoneé a don Vicente por si quería proponer él un programa, pero me dijo que no. Estaba en desacuerdo con el encanijamiento de la Filosofía. Finalmente la editorial encargó el trabajo a otras personas.

Pasaron todavía más años y llegó una nueva reforma. La filosofía fue sometida a una nueva tala, esta vez más brutal; el bonsái quedaba convertido en sarmiento. Todavía se acotaba más el número de filósofos, sobreviviendo en torno a una docena. Ya resultaba imposible adivinar la menor trabazón en el devenir del pensamiento. Al estudiante tenía que parecerle un cúmulo de ocurrencias fraguadas en la mente de unos personajes peculiares.

Esta vez ni me planteé presentar propuesta alguna. Me parecía penoso. Hablé con don Vicente y me dejó clara su posición, él pensaba seguir dando la materia como hasta entonces: coherente y comprensible, es decir, íntegra.

El siguiente paso ha sido convertir ese residuo pellejil en asignatura optativa. Pero claro, la Filosofía es una materia “peligrosa”, y no porque al estudiante se le obligue a beber cicuta, sino porque el escoramiento ideológico del examinador puede condicionar la calificación. Si éste es sectario o está insuficientemente formado, ¡peligro! La raíz cuadrada de dieciséis son cuatro para un spinozista y para un platónico, pero la valoración del pensamiento de Santo Tomás probablemente no sea la misma para un neopositivista recalcitrante que para un aristotélico. El alumno sabe que las ideas tienen un riesgo, que se mueve en zona de peligro y lo que no quiere es jugarse la selectividad. No debería ser así, pero... hay tantas cosas que no deberían ser.

La trágica consecuencia de lo aquí expuesto es que don Vicente ha forma alumnos bien preparados en Filosofía que rehúyen examinarse de Filosofía. Uno de ellos me decía: “Es que en Historia nos plantean la asignatura orientada a selectividad, mientras que en Filosofía no, pues nos dan muchos más contenidos. Además, en los últimos años como el enfoque no ha sido el del tribunal las notas no han sido altas”.


Aquí reside el problema, maestro, usted plantea la asignatura para que los alumnos sepan Filosofía, no para que pasen una prueba que en muchos aspectos la ha escarnecido. Este año le llega la jubilación, bien merecida, vive Dios, y yo lo único que le puedo ofrecerle es gratitud por su magisterio y por habernos hecho ser contra viento y decreto amigos de la sabiduría.

lunes, 8 de junio de 2015

Qué es Filosofía en un solo minuto



Qué es Filosofía en 1 minuto.


Se podrá explicar más alto, pero no más claro...

y por supuesto, imposible más rápido.


Entérate de qué es la Filosofía ne un solo minuto.


Bienvenido a un nuevo vídeo de FILOSOFÍA PARA NÁUFRAGOS

lunes, 1 de junio de 2015

SOBRE EL ABORTO (Amicus Plato, sed magis amica veritas)



Hay temas que levantan pasiones y a mí me dejan frío como un carámbano, por ejemplo el fútbol. Pero incluso para la inmensa mayoría de los que discuten de estas cosas, en el fondo no deja de ser un divertimento.

Luego hay otras cuestiones que por la gravedad de su contenido resultan verdaderamente controvertidas. Si uno no quiere chocar con otros, ni enfangarse en disputas dolorosas sabe perfectamente que debe evitarlas.

Personalmente no soy amigo de meterme en polémicas, las tengo contraindicadas por prescripción temperamental (efectos secundarios: malas ganas, tristeza, fatiga, pérdida del sueño, distracciones, sensación de pérdida de tiempo). Por eso cuando estoy en un foro poco propicio para determinados temas simplemente los evito.

Sin embargo hay una cuestión que confieso me supera. Su importancia es de tal magnitud que so pena de granjearme reproches, malos tragos e incluso el enfriamiento de  alguna amistad (muy a mi pesar y jamás a instancia propia, lo puedo asegurar) no puedo dejar de denunciar. Me refiero a la conculcación del derecho a la vida (no me gusta mucho eso de “derecho a la vida”, a mí me parece un regalo y que lo hay es obligación de protegerla, pero en fin, así nos entendemos antes).

En los últimos años en Chile el lobby de la muerte ha intensificado su campaña para extender el aborto. (Disculpas si a alguien le molesta que llame a las cosas por su nombre). Se están vertiendo las mismas mentiras que hemos conocido en España desde que se aprobara la ley de 1985, sancionada pretendidamente para casos límite y que de facto consagró el aborto libre. Aquella ley, además, trajo algo nefasto, la corrupción moral de una inmensa porción de la sociedad.

Hoy, en España, quienes están incondicionalmente a favor de la vida se hallan fuera del sistema y carecen de representación política, tengan las simpatías políticas que tengan, así de simple. Cuanto más pronto lo tengan claro, mejor.


Pero mi palabra poco vale, así que os ofrezco un vídeo en el que habla el doctor Jorge Becker, ginecólogo y obstreta que trabajó durante un tiempo en Barcelona y que actualmente ejerce en su país. La intervención tuvo lugar en el Senado del país andino el 19 de enero de 2015 en el marco del Seminario sobre “Interrupción del Embarazo” en Chile. Entrecomillo el eufemismo “interrupción del embarazo” con toda la intención. Es como si para hablar de un ahorcamiento dijéramos interrupción del tránsito respiratorio.