El demonio es el gran ilusionista. Vende humo y parece que
ofrece el universo entero, pero apenas te vas a apropiar de lo que da, pluf, se
desvanece.
Sabe jugar de farol, sin un solo as con su
sonrisa hierática da a entender que tiene repóker y nos lo tragamos una y otra
vez.
Uno de sus números más logrados es borrar de nuestro
horizonte la muerte. La muerte nos acompaña siempre. Está aquí y allí. No hay
día que no asome su inquietante rostro en las noticias, en el vecindario, la
familia, los conocidos, y sin embargo se nos antoja ajena. Parece que no va con
nosotros. ¡Parece!
El Príncipe de la Mentira inoculó la idea de que había que acercarse
al mundo etsi Deus non daretur, como
si Dios no existiera, y ahora ha dado un paso más, ha conseguido que nos
acerquemos a la vida como si la muerte no existiera.
Y así pasamos los días entre el ajetreo de lo cotidiano y
las mil distracciones que seductoras se nos ofrecen hasta que llegue el
instante fatal en que nos encontremos frente a la fosa y reparemos en que ¡no
hemos vivido! Hemos impostado mil vidas que no eran la nuestra cacareando
frases e ideas prestadas, adoptando poses banales, atesorando bienes efímeros.
Porque vivir es sacar adelante un proyecto personal auténtico, interesante,
radical, personal, único.
Honores, dineros, palmaditas, ascensos, discursos… todo
volará. En el fondo siempre fue humo, vaho, nada.
......todo volará......resterà l'amore!
ResponderEliminarUn abbraccio
Es lo único incombustible.
EliminarNada quedará.
ResponderEliminarPero .como bien dice Martina, quedará el amor.
Me gusta mucha esta frase: "Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando".
Un abrazo, Rafael.
Y nuestro Quevedo:
EliminarAlma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,
Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.
¡Qué razón tienes! Cualquier ajetreo o inconveniente de la vida nos quita la paz, y sólo una cosa es importante...Si nos diéramos cuenta de esto el demonio lo tendría más difícil.
ResponderEliminarSólo frente al hecho incontrovertible de la muerte se pueden organizar las prioridades con cierta sensatez.
EliminarCuando llegue ese momento si soy capaz de enfrentarlo con una sonrisa y despidiéndome con un saludo para todos para después emprender el viaje, me iré contento y satisfecho...habrá merecido la pena...y al demonio...que lo zurzan!!
ResponderEliminarJA Manonegra, esa fue más o menos la despedida de Cervantes, un hombre grande y bueno:
Eliminar«A Dios gracias, a Dios donaires, a Dios regocijados amigos;
que yo me voy muriendo y esperando veros presto contentos en la otra vida.»
Claro que para hablar así hay que tener un sentido de la trascendencia bien sólido.