lunes, 24 de marzo de 2014

El profanador de almas



Decía Ortega y Gasset que la autenticidad de una vida depende del grado de fidelidad que guardamos con nuestra vocación. Luego podremos serle fieles o no, pero si queremos llegar a ser de verdad nosotros mismos no hay otro camino que seguirla.

Hay una edad en que esa búsqueda de nuestro lugar en el mundo se hace especialmente intensa, entran en crisis las pautas adquiridas en la infancia y queremos asentar nuestra existencia sobre criterios propios. Realmente es una etapa difícil, de discernimiento, en la que contrariamente a la imagen que se ofrece habitualmente de la juventud existe una inquietud por afianzarse en la verdad.

Lo que no debe olvidarse en ningún caso es que esa vocación o llamada a un determinado modo de vivir la existencia es personal, única e irrepetible. Es una nota que sonará en el firmamento tan sólo una vez, sin posibilidad de volver a tocarse.
 
Tomemos como ejemplo la vida de Miguel Delibes; no entenderemos nada si nos conformamos con decir que tenía vocación de casado. La vocación de Delibes, entre otras muchas como la de escritor, era por Ángeles de Castro, mujer única para un hombre irrepetible. Lo mismo acaece a una teresiana, un soldado o un músico. Éste no ha nacido para “tocar música”, pues no todas ellas le plenifican, sino para hacer un determinado modo de música de modo personal.
 
Por eso es tan importante indagar en uno mismo, en ese lugar que Ortega llamaba el fondo insobornable donde sabemos si lo que hacemos se corresponde con nuestra verdadera esencia.
 
En esta labor hay personas que pueden ayudarnos a discernir. Desde luego no cualquiera. Su cometido es trascendental. Debe tener una madurez notable, ser cercana y a la par guardar la distancia precisa para no llegar a interferir. Debe tener como suprema guía el respeto a la realidad del otro, no contaminar esa búsqueda con las propias ambiciones, frustraciones o filias y fobias. Como se ve es una cuestión muy delicada.
 
Por eso me parece tan grave que algunas personas metidas a la noble faena de orientar a los jóvenes se permitan profanar el sagrado templo de la vocación personal violentando la conciencia de su pupilo. ¿Cómo puede alguien permitirse arrojar a un muchacho frases de este cariz: “yo te digo que tú tienes vocación de tal cosa, y si no la sigues ofendes a Dios”?
 
Si empleo el término “profanar” lo hago con plena conciencia de su significado y alcance.
 
Profanar (DRAE): 1) Tratar algo sagrado sin el debido respeto, o aplicarlo a usos profanos. 2) Deslucir, desdorar, deshonrar, prostituir, hacer uso indigno de cosas respetables.
 
Decía Gratry: “Todos los filósofos han hablado de este santuario del alma donde está Dios, y donde Él está necesariamente, como causa de mi ser y de mi vida. Han hablado de este punto donde Dios toca el alma para suspenderla en Él, por donde Él la hace vivir sosteniéndola”. Pues bien, estos déspotas del alma se permiten el lujo de usurpar el lugar de Dios dispensando vocaciones y anatemas. Suplantan la voz de Dios y toman su nombre en vano para dictaminar ellos en un acto de violencia moral escandaloso.
 
Casualmente sus coacciones morales señalan siempre en la misma dirección, hacia el propio grupo al que pertenecen, fuera del cual, por lo que parece, no hay vocación digna de tal nombre. Su modo de obrar es sectario, contaminan aquella empresa que pretenden enaltecer y, sobre todo, pueden dañar vidas de modo irreparable.

En todo caso, no quiero cerrar esta entrada con una visión negativa de algo que no debería serlo; todo lo contrario. El apoyo, el consejo, la orientación a los adolescentes es una necesidad que bien realizada produce unos beneficios magníficos, esta debe ser la meta.

 

21 comentarios:

  1. Suscribo todo lo que dices. Una cosa es presentar una vocación y hablar de sus bondades y otra muy distinta es convencer a alguien de que debe elegirla, sin que éste haya manifestado ni siquiera el interés por ella. Vivimos en un siglo en el que fácilmente se atribuyen luces y manifestaciones divinas que nos convierten en guías y maestros irrefutables. Luego vienen las decepciones, las frustraciones y en ocasiones la "destrucción de una vida"...
    Gracias por el post. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ángelo, gracias a ti, que ya te echaba de menos por estos pagos.

      Eliminar
    2. Siempre estoy, a veces en silencio y en una esquina escondido

      Eliminar
    3. El próximo blog lo hago redondo.

      Eliminar
  2. Buenísima entrada Rafael que comparto sin duda.

    Un cariñoso saludo :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Belén, pues tú y yo juntos, ¡multitud! (alegre multitud).

      Eliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. Qué pasa? Que ya te ha tocado vivirlo de cerca? Libertad, libertad...

    ResponderEliminar
  5. Totalmente de acuerdo en tu planteamiento.

    No se puede obligar a nadie. Cada persona debe tener libertad para elegir su camino. Un consejo viene bien pero sin coaccionar.

    Un abrazo, Rafael.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Amalia, hay aspectos de la persona particularmente sensibles, y el de la vocación es de los mayores. Pero tú eres una persona que destila respeto, por eso lo entiendes y compartes sin ningún problema. Muchas gracias.

      Eliminar
  6. Se propone, no se impone.....
    Como dice una persona muy querida para mi: "a la fuerza, ni los Santos Sacramentos"

    Abrazos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Paco, me apunto el dicho.

      Un abrazo.

      PD. Bajo a Sevilla a primeros de abril.

      Eliminar
    2. Ya me gustaría asistir a las conferencias...
      Si quieres podemos vernos cuando pases por Madrid....

      Eliminar
    3. Paco, muchas gracias pero no puedo; me limito a hacer transbordo. Otra vez será.

      Eliminar
  7. Emociona irse a dormir tras leer un artículo como éste.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Manuel, descansa bien que se acercan días de mucha actividad...

      Eliminar
  8. Estas palabras, llenas de vitalidad, porque impulsan a vivir de verdad, me han recordado dos afirmaciones de Ortega. Quizás unidas podrían hacer una máxima que inspirase a padres, profesores, sacerdotes y otros gurúes. Las voy a unir yo a ver qué tal quedan: “Quien quiera enseñarnos la verdad, esto es la coincidencia de cada uno consigo mismo, que no nos la diga, que nos sitúe de tal modo que la podamos descubrir nosotros mismos”. Me encantaría leer algo así en todas las escuelas de España. Gracias de nuevo, Rafael, por este precioso artículo.

    ResponderEliminar
  9. Estoy de acuerdo. Sin embargo me gustaría comentar la frase "es una nota que sonará en el firmamento una sóla vez, sin posibilidad de volver a tocarse" :
    La vocación a la que te refieres, una vez descubierta es invariable si es verdadera y no una apreciación equivocada. Una cosa es descubrirla, más bien nos es mostrada, y otra decidir sobre ella, pero ámbos hechos son personalísimos e implican un cambio de vida radical y permanente (punto de inflexión) en el que nadie más puede ni debe interrvenir (otra cosa es pedir consejo). Sin embargo, erramos si creemos que con la decisión tomada es suficiente: si es una respuesta afirmativa estaremos alegres y felices, pero tendremos que renovar el compromiso cada día y cada instante y nos removerá la conciencia cuando no seamos fieles a esa vocación (nadie es perfecto). Si la respuesta es negativa a la llamada, nos llenará de tristeza (no será una respuesta liberadora) pero no nos dejará en paz, se hará presente una y otra vez a lo largo de la vida y trataremos de aparcarla en algún lugar oculto de nuestra conciencia (será por tanto, repetitiva)
    Por último, lo que más me revienta es que los superiores de los "profanadores de almas" predican precisamente lo indicado en tu artículo y no paren los pies a sus "soldados", y perdona por extenderme tanto ya que no es mi blog, sino el tuyo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. PP REINA, el blog es de todo el que quiera aportar algo constructivo como bien has hecho tú. Así que muchas gracias.

      Eliminar