Desde el comienzo de su libro “Mi lucha” Adolf Hitler abomina
del Imperio Austrohúngaro; ¿la razón? Aquella compleja estructura representaba una
unión de la diversidad.
“En el norte y el sur la ponzoña de extrañas razas roía el cuerpo de nuestra nacionalidad y hasta la misma Viena se convertía cada vez en una ciudad menos alemana. La Casa Real se hacía checa por donde se la mirase; y fue la mano de la deidad, de la justicia eterna y del castigo inexorable quien decretó que el más sañudo enemigo del germanismo en Austria, el archiduque Francisco Fernando, cayera víctima del plomo que él mismo había ayudado a moldear. ¡Y era él quien con más ahínco trabajaba desde arriba para trasformar el Austria en un estado eslavo!”Efectivamente, el heredero al trono, Francisco Fernando, había pretendido que a los pilares alemán y húngaro sobre los que se asentaba el Imperio se incorporase el eslavo. Serbia vio en ello una amenaza a sus ambiciones expansionistas, por lo que amparó el atentado que acabó con la vida de quien podía convertir Austria-Hungría en una monarquía más plural y asentada. El magnicidio fue la espoleta que desencadenó la I Guerra Mundial. A su conclusión los vencedores decidieron fragmentar aquel vasto imperio poniéndolo a los pies de los nacionalistas.
Entre aquellos nacionalistas redomados estaba, por supuesto,
el propio Hitler, quien no ocultaba su satisfacción:
“Basta con decir aquí que desde mi más temprana juventud, estuve convencido de que la destrucción de Austria era una condición indispensable para la seguridad de la raza alemana…”En dos décadas esos mismos territorios se verían sumergidos en una nueva y atroz guerra.
Y aquí estamos casi cien años más tarde, contemplando cómo los
guardianes de las esencias continúan con su victimismo y abominan de los otros
en nombre de no sé qué clase de pureza, como si el pasado sólo sirviera para
arrojárselo a los demás a la cabeza en vez de para aprender de él.
La viga y la brizna causando cegueras empedernidas que parecen imposibilitar una marcha hacia atrás...¿Estaremos en el punto de no retorno?
ResponderEliminarFelícitas, a la verdad conviene retornar siempre, por la cuenta que nos trae...
EliminarUn abrazo.
Pus no hijo, no, y es que algunos no les da-la-gana-de-aprender. No sabrían hacer nada aprendiendo....
ResponderEliminarÁngelo, es que enseñar hace hombres libres, mientras que adoctrinar crea seres obedientes.
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