lunes, 28 de enero de 2013

Un kata de 10 por un retaco de 6


Si entre los diversos ingredientes que poseen las artes marciales hubiera que elegir el más importante, yo señalaría la actitud. Más allá de la técnica, la rapidez, la eficacia o la fuerza, es necesaria una actitud que transmita seguridad, firmeza, serenidad, control de la situación y de las propias emociones.

Esa actitud queda a la vista cuando se realizan katas. Los “katas” son una sucesión de técnicas que se practican en solitario (en el caso del karate) y que simulan el combate contra uno o varios oponentes.

Practiqué kárate hace mucho años (¿trescientos?), lo cual me otorga la perspectiva suficiente para reconocer que era muy malo, así como para saber disfrutar de los que lo hacen bien. Por eso me animo a mostrar aquí un video con dos katas realizados con una ejecución perfecta.

Si asombroso es el desarrollo del kata, lo que deja más boquiabierto es la corta edad de que quien lo efectúa.

Nadia Comaneci obtuvo el primer diez perfecto en gimnasia artística con tan sólo catorce años. Pues a esta criatura yo se lo daría en katas con sólo seis. Y si me paso, que venga Funakoshi y me lo diga.

jueves, 24 de enero de 2013

El sancionador sancionado


El policía local hablaba en un tono chulesco y provocativo. Por su parte, el viandante trataba de explicarse, pero al agente aquellas aclaraciones le traían al pairo. Su única preocupación era demostrar que él mandaba y que no le rechistaba ni su padre. Veía en la corrección del ciudadano un signo de debilidad, lo cual le llevaba a incrementar más y más su grado de agresividad. La situación llegó a un punto tal que, ante las amenazas recibidas, el transeúnte ejercitó su derecho de solicitar al policía su número de identificación.

¿Número de identificación? Pero qué se creía ese carroza finolis. El agente, irritado, se negó a dárselo y elevó aún más el tono. Hacía rato que aquello se había convertido en algo personal.

Entonces, el maduro peatón hizo algo que le desagradaba profundamente, pero que entendió era necesario. Sacó su tarjeta y se presentó. En la misma aparecía su nombre junto con la profesión: “Fulanito. Juez”. La actitud del agente dio un giro de ciento ochenta grados. Donde antes había agresividad, ahora afloraban buenas maneras. Donde una actitud intimidatoria, corrección. Donde arrogancia, humildad.

Aquel juez justo, manteniendo la misma presencia de ánimo de la que había hecho gala en todo momento, dijo aproximadamente estas palabras:

Ahora, al saber que soy juez, ha cambiado su actitud. Pero mañana puede dar con otra persona que no sea juez ni cuente con el amparo necesario y, posiblemente, vuelva a actuar del modo abusivo que ha tenido para conmigo hace un momento.

No quiero perjudicarle ni que le sancionen, pero al menos sí voy a hacer que conste en su expediente. Así le servirá de recordatorio y la próxima vez que se vea en una situación similar, quizá reflexione y modifique su modo de conducirse.

Verá, cuando por algún motivo estoy mal, alterado o irritado, jamás dicto sentencia, pues mi decisión fácilmente se puede ver influida por mi estado de ánimo, y eso afecta al futuro de otras personas. Así que aplazo la decisión, tomándola en el momento en que he recobrado la calma.

También usted posee una autoridad que afecta a los demás y ha de saber ejercerla.

Lo narrado es real. Tan real, que me lo contó mi amigo taxista Teo, quien tuvo de pasajero al juez de esta historia, que fue quien se la relató a él.

He de aclarar que, afortunadamente, no se trata de un modo de proceder generalizado en la policía local. En los últimos tiempos me han “prescrito” alguna “receta” yendo al volante y he de decir que  han actuado con total corrección.

De todos modos, de los hechos narrados podemos sacar algunas lecciones:

La primera, que debemos evitar tomar decisiones cuando estamos excitados. San Ignacio de Loyola decía aquello de, en la turbación, no mudar.

La segunda es que una amonestación o un castigo no es algo intrínsecamente perverso, sino que bien administrado, puede ayudar a rectificar y crecer. Privar de una sanción a alguien, no necesariamente le hace bien. A menudo, una amonestación proporcionada es edificante, ayuda a mejorar a la otra persona y evita males futuros.

Y la última es esta: la autoridad no es un privilegio, sino el ejercicio de una responsabilidad. Aquí vemos una mal realizada (la del policía) y otra bien efectuada (la del juez). Tan malo es abusar de ella como dejar de ejercerla cuando ha lugar.

sábado, 19 de enero de 2013

¡Aleluya!


Mabel ha hincado su estandarte en los escaparates. ¡¡¡A la aventura!!!

Y el viernes 15 de febrero a las 7 y media de la tarde en La Casa del Libro de Zaragoza, ¡la presentación! Estáis todos invitados.

"Mabel, la princesa de Íncaput"
Casa del Libro. C/ San Miguel, 4 (Zaragoza)

jueves, 17 de enero de 2013

Mi (colosal) aportación contra el lenguaje sexista



Me han convencido. ¡Basta de lenguaje sexista! Cada vez me topo con más guías, manuales, reglas de estilo, que nos explican lo mal que empleamos el lenguaje y lo discriminadores que somos. Los editan ayuntamientos, partidos, asociaciones, universidades y todo hijo de vecino que tenga a mano una subvención.

Resulta que cuando escribo que “los estudiantes están de huelga”, el lector cree que aludo a un grupo de varones detrás de una pancarta, mientras imagina las aulas rebosantes de féminas. Claro, eso pasa por no haber dicho “los y las estudiantes…”. Total, que alguno se deja caer por clase esperando echarse novia y se encuentra más solo que la una.
 

A este respecto, creo que no se ha prestado la debida atención a los libros de biología.  La gente lee que “los leones son mamíferos”, e inmediatamente le asalta una duda: ¿qué pasa con las leonas? No se hace referencia a ellas. ¿Qué serán?, se pregunta el lector (o la lectora) no sexista. Y busca en las secciones de reptiles, insectos, anfibios a ver si las encuentra. Nada. Marginadas.

Tengo esbozado el principio de uno de los capítulos de un libro faunístico no sexista que va a ser la mar de vanguardista. Lo adelanto como aportación personal a este cambio tan necesario:




“Los gatos y las gatas son carnívoros y carnívoras. Por ello, cazan ratones y ratonas, topillos y topillas, e, incluso, en caso de necesidad, llegan a atacar conejos y conejas. Los cachorros y cachorras son muy juguetones y juguetonas. Aquí la imagen de un gatito (o quizá gatita) jugando con una mariquita (aunque quizá es un maric… ¡ejem!)”



Si bien hay que reconocer que la lectura no se hace particularmente ágil, sí evitamos cualquier tipo de discriminación sexista.

Ha llegado la hora de acometer una profunda revisión de la ciencia biológica. Empezaremos por el padre de la etología moderna, el premio Nobel Konrad Lorenz. Señor Lorenz, cuando publicó sus estudios sobre el comportamiento de los gansos, ¿por qué dejó de lado el de las gansas?

 

lunes, 14 de enero de 2013

¿Qué es el hombre?


En el siglo VI Boecio afirma que el hombre es una “sustancia individual de naturaleza racional”. Santo Tomás en el XIII hará suya esta definición, y será la que prime hasta que Descartes la reelabore y nos diga que yo soy “una sustancia que piensa”.

Cuando hablamos de razonar o de pensar, aludimos a la capacidad de conceptualizar, de abstraer, relacionar, derivar consecuencias. Julián Marías decía que la razón es “la aprehensión de la realidad en sus conexiones”.

Pues bien, supongamos que un día conseguimos un ordenador capaz de “razonar” de forma autónoma, de aprender y comprender. Con ello, ¿habríamos fabricado una persona? Está claro que no.

Por eso, sin menospreciar lo que de valioso tienen las definiciones mencionadas, me parece más acertado el acercamiento de Julián Marías a esta cuestión.


Nuestro filósofo da dos definiciones de persona; la primera es la de “alguien corpóreo”. Nada asimilable a una “cosa”, nada de “sustancia”, sino “alguien”, una realidad abierta, relacional, proyectiva, intrínsecamente personal. Y además no etérea, sino encarnada, corpórea.


La otra es esta: persona es una “criatura amorosa”. Criatura en el sentido de que es radicalmente novedosa. Una persona no se deriva de una realidad previa, como el agua lo hace del hidrógeno y el oxígeno,  no “procede” de unos compuestos que la constituyen, sino  que consiste en un proyecto innovador. Cada persona supone una nueva creación. No somos tornillos intercambiables, sino alguien insustituible e irrepetible.


Una cosa es nuestra condición corpórea, que sí deriva de la materialidad de nuestros padres y del cosmos, y otra nuestra vocación personal única lanzada al futuro.


No somos cosa alguna, pues estamos inacabados, siempre haciéndonos. Además, nos configuramos y comprendemos sólo amorosamente. Únicamente amando conocemos, y sólo siendo amados asoma nuestro núcleo personal.



Fotos: En la del encabezado, un servidor con Julián Marías en su piso en abril de 2005.

La foto del final es la de una niña con parálisis cerebral. Puede tener mermada su capacidad racional, sin embargo su condición amorosa permanece intacta, conservando íntegro su carácter personal.

jueves, 10 de enero de 2013

Christian Tissier, o la elegancia del aikido.


Pese a ser un arte marcial oriundo del Japón, el país con más practicantes de aikido del mundo es Francia. Nuestros vecinos del norte cuentan con grandes maestros. En mi modestísima opinión, el más brillante es Christian Tissier.

Elegancia de movimientos, sobriedad, eficiencia y un impecable savoir-faire. No hace falta saber aikido para apreciar su talento excepcional, al igual que no hay que ser pintor para extasiarse ante El entierro del Conde Orgaz.


No hay combate, sino danza. No hay colisión, sino armonía. Lo estable, fluye. La fuerza del contrario es un regalo que integro en mí. Nada es casual, y lo prodigioso se convierte en natural. En definitiva, aikido en estado puro.

Aquí un video para quienes quieran disfrutar del buen hacer de Tissier.



 

martes, 8 de enero de 2013

Afirmaciones heréticas (frente al dogma social)

 
Todos los hombres no somos iguales. Es más, cada hombre es distinto a cualquier otro. Ni siquiera dos hierbas de un prado son completamente iguales. El universo es un lugar infinitamente plural. La humanidad es el culmen de esa pluralidad.

Los hombres y las mujeres no somos iguales. ¡A Dios gracias! De lo contrario, el mundo sería muchísimo menos hermoso y completamente infecundo. Para empezar, no existirían los poemas de Garcilaso, Bécquer o Salinas, ni la sonrisa de una muchacha iluminaría una álgida mañana de enero.
(Por cierto, me suena la mar de hortera cuando algún conocido que va a ser padre me suelta eso de "estamos embarazados". Hay quien tiene una tripa oronda, pero de ahí a un embarazo. La maternidad es un privilegio de la mujer).

Todas las ideas no son igual de válidas. Unas enaltecen la realidad y otras la violentan. Unas ennoblecen y otras encanallan. Unas son veraces e iluminan, y otras enturbian y mienten. Unas ayudan y otras perjudican.

Todas las leyes no son respetables. Existen leyes justas e injustas, y estas últimas lo son aunque hayan sido refrendadas por una mayoría apabullante de individuos. Lo malo es malo, y lo bueno es bueno, lo diga Ana o su hermana.

jueves, 3 de enero de 2013

¡Bienvenida, princesa Mabel!


Las princesas se hacen esperar. Aunque en el caso de Mabel la pequeña demora posiblemente haya sido una gentileza suya, y es que ha preferido dejar pasar a sus majestades los Reyes Magos por delante como gesto de reconocimiento.

Con todo, ¡Mabel está a punto de llegar!

Hoy mismo me han anunciado que ya ha salido de la imprenta camino de la editorial.

Si yo fuera yo, lo iría encargando en la librería. Vamos, que es lo que voy a hacer.

¡La aventura acaba de comenzar!

"No había salvación para Íncaput. El cuerpo sin vida de Virilio, el último de los grandes caballeros del reino, yacía inerte sobre su escudo..."

 
 
Título: "Mabel, la princesa de Íncaput"
Editorial: Monte Carmelo.     Colección: Didáskalos.
Autor: Rafael Hidalgo Navarro
Ilustradora: Elia Fernández Mazariegos
Páginas: 206

martes, 1 de enero de 2013

Rompe-Ralph en un pestañeo



Nos gustó un montón a todos, pero yo creo que quien más disfrutó fue el nene mayor, a saber, un servidor. Aparecen videojuegos de mi juventud y otros posteriores a los que no he jugado, pero que en alguna ocasión he visto.

Sin embargo, lo más interesante es su trama ágil, los personajes entrañables, y el planteamiento tan ingenioso que desarrolla.

Básicamente, la idea de partida es la misma que en Toy Story. Cuando los recreativos se cierran, los personajes de los videojuegos tienen vida propia. El desarrollo posterior ya es totalmente original. Rompe-Ralph se siente marginado por sus compañeros de videojuego. A fin de cuentas es el personaje malo y lleva el sello de perdedor. Por eso, decide romper las normas y trasladarse a otro juego para ganar una medalla y conseguir así el reconocimiento de los suyos. Aquí empiezan los problemas... y la aventura.

Entre el cortometraje que pusieron al principio y la película estuve dos horas enganchado a la pantalla. Cuando acabó pensé que había transcurrido la mitad de tiempo. ¡Qué gozada!

Mis seis acompañantes menudos y yo estábamos exultantes, así que nos fuimos a Frutolandia a tomarnos un sandwich (alguna, una crêpe) y un batido en una copaza como Dios manda. Fue la guinda de una tarde memorable.