miércoles, 28 de noviembre de 2012

Un mundo oculto


S. era delineante, al menos eso respondía cuando le preguntaban por su profesión, pero su alma estaba entregada a las artes marciales: clases, libros, investigaciones. Se jubiló de la empresa, donde era un buen trabajador, uno más, al fin y al cabo, y ahora continúa impartiendo artes marciales con un prestigio y buen hacer impresionantes.

J. trabaja en una entidad financiera. Por la tarde va a ensayar con su grupo de rock. Es un guitarrista diez. Han hecho alguna mini-gira, llegando a viajar a Marruecos para tocar, aunque eso no lo saben sus “clientes”.

N. vende maquinaria. Tiene medio cuerpo tatuado y unos agujeros en las orejas por los que cabe un boli. Pero debajo de ese aspecto pintoresco hay un hombre entusiasmado con los camaleones. Mantiene una especie de granja de reptiles en un enorme trastero gracias a un sistema de luces y riego por aspersión bastante sofisticado. Es su afición secreta.


Hoy todas las enciclopedias reconocen a Kafka como uno de los escritores más importantes del siglo XX. Sin embargo en vida no se lo veía así. Estaba empleado en una compañía de seguros. En su diario se hace palpable el desgarro que siente por las limitaciones que le impone su profesión a la hora de cumplir su auténtica vocación. Anotación del 19 de febrero de 1911: “Hoy, cuando quise levantarme de la cama, me caí simplemente al suelo. Esto tiene una explicación muy sencilla: estoy totalmente exhausto por el trabajo. No por el trabajo de la oficina, sino por mis otras ocupaciones. La oficina sólo tiene esta parte inocente de culpa: que si no tuviera que ir, podría vivir tranquilamente para mi trabajo y no perdería esas seis horas diarias, que me han hecho sufrir hasta un punto que usted no puede imaginarse, sobre todo el viernes y el sábado, cuando estaba tan absorto en mis propias cosas”. Cuando habla de “trabajo” no se refiere al retribuido, al de la aseguradora, sino a su callada labor de escritor, que es la que verdaderamente le interesa.

A veces, me fijo en la cajera de un supermercado, o en un barrendero que amontona hojas secas con su escoba, o en un taxista que fuma un cigarrillo con la ventanilla baja mientras espera en la parada a que aparezca algún cliente, y me pregunto, ¿quién se esconderá detrás? ¿Y si hubiera una bailarina, una cantante, un pintor, un mago, un escultor, un filósofo, un acróbata…?

Un mundo oculto a nuestros ojos nos rodea. Es mucho más auténtico y fecundo que ese “evidente” y rutinario que llamamos “real”. Es un mundo que sólo aflora cuando nos acercamos a él con una mirada personal.

12 comentarios:

  1. Propio de la Filosofía de la razón vital. Un abrazo

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    1. Manuel, es lo que tiene un modo de pensamiento alerta, ¿verdad?
      Un abrazo.

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  2. Uf, leyéndote no me siento tan rarita. Veo que no soy la única que se plantea cosas así.
    Bueno...Haber si vamos a ser raros los dos...JAJAJA...!!!

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    1. Mento, con esos pelos fluorescentes tú siempre serás rarita. Dicho lo cual, también es cierto que a tus amigos nos gustas así.
      Un abrazo.

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  3. La hija de mi prima actualmente es pintora pero,hace algunos años,siendo niña, intervino en una película famosa.

    También una de mis compañeras de trabajo protagonizó películas de José Luis Garci. Ahora me parece que se dedica al doblaje.

    Detrás de cada persona ¿quién sabe lo qué hay?.
    Un beso

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    1. Amalia, si yo fuera Spielberg tú serías la protagonista de la próxima entrega de Indiana Jones. Te ibas a traer a Harrison Ford de calle.

      Un abrazo.

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  4. Jose Antonio Manonegra.28 de noviembre de 2012, 12:21

    A mi me pasa con el golf...

    Rezo por mi swing...(aunque mis plegarias no sean escuchadas)...

    Abrazos deportivos...

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    1. JA Manonegra, es que tú siempre has sido un gran golfo... quiero decir, golfista.

      Tienes un swing que ni el Dúo Dinámico.

      Abrazos abdominales.

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  5. Che grande verità! Credo che in ognuno di noi ci siano mille volti, mille personaggi, mille desideri, mille capacità.....ma forse non abbiamo il coraggio di aprire le ali. Chi lo fa può sembrare anche un pò eccentrico agli occhi del mondo, ma credo che poco importa se è felice così. Un abbraccio

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    1. Martina, totalmente de acuerdo, tenemos miedo a volar.

      Un amigo mío, que es consoltor, me decía un día que había leído un estudio en el cual se decía que las personas, cuando se van a morir, se arrepientan de no haber arriesgado más en la vida. Tenemos alas y nos quedamos en la jaula junto al alpiste. Qué triste.

      Un abbraccio.

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  6. A veces lo que acaba sucediendo es que nuestras vocaciones frustradas las transmitimos a nuestros hijos. La mia es la música, y me alegro de escucharla por fin a todas horas en casa! Un abrazo!

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    1. Elige, intuyo un cierto espíritu de familia Trap.

      Otro abrazo para ti.

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