domingo, 16 de septiembre de 2012

Pereza intelectual (sobre la secesión de Cataluña)



A raíz de los últimos envites del separatismo catalán, se han dejado oír con mayor fuerza las voces de aquellos que, desde posiciones supuestamente defensoras de la realidad de España, abogan por que esa secesión se lleve a cabo. «Démosles la independencia que tanto desean», afirman, «Cataluña sólo nos reporta perjuicios económicos». No ocultan en su actitud el hartazgo que les provocan las inagotables reivindicaciones y muestras de arrogancia de los nacionalistas. Entre los defensores de esta “extirpación” se encuentran algunos autoproclamados “intelectuales”, sacra palabra que no debería ser utilizada en vano, los cuales cuentan con una importante presencia mediática. 
Es comprensible el malestar, la incomodidad que provoca el gesto excesivo e insolente de quienes en pueril desafío tratan de reafirmarse enarbolando la bandera de la independencia. Pero el auténtico intelectual no puede contentarse con abandonar a su suerte aquellas realidades que no le satisfacen; muy al contrario, debe buscar su “salvación”.


Hay un episodio que puede resultar clarificador. Le acaeció a Borges en la Universidad limeña de San Marcos, a la que había sido invitado. Allí fue increpado por los estudiantes, pues algunas de sus declaraciones contradecían los postulados revolucionarios que se habían impuesto en el país con el concurso de algunos militares. Tras una paciente espera, cuando por fin se hizo el silencio, Borges comenzó a hablar de literatura. Poco a poco la belleza de su prosa fue ganándose al auditorio. Finalizada su exposición, llegó el turno de preguntas. La primera de ellas, formulada por un estudiante, contenía en su formulación el reproche que latía en el ambiente: «¿Cómo es posible que un hombre tan culto e inteligente como usted, señor Borges, se empeñe en oponerse al curso de la historia?». La respuesta fue iluminadora: «Oiga, joven, ¿no sabe que los caballeros sólo defendemos causas perdidas?»
Pues bien, el intelectual es ante todo un caballero (o una dama), por eso se embarca en aquellas causas que no se defienden por sí mismas, que no son consabidas ni concitan el aplauso ni la aprobación general. El intelectual pone luz donde hay oscuridad, pues esa es su misión. Por ello no puede conformarse con que haya espacios entregados al reino de las tinieblas. Eso sería su claudicación, la traición a su vocación.
España tiene una enfermedad grave, es cierto, y la comparte con una gran porción de Occidente. Se podría resumir así: “crisis de su proyecto histórico”.  El factor aglutinante, la empresa que lanzó a sus gentes allende los mares, ha entrado en una fase crítica. Esa es la causa de que las partes se crean el todo y pretendan, ingenuamente, ser suficientes. Pero este mal no se curará con amputaciones, sino devolviendo a sus miembros el vigor que necesitan. Es decir, tratando la enfermedad en su raíz.


En su primer libro, Meditaciones del Quijote, Ortega y Gasset escribió: «El lector descubrirá, si no me equivoco, hasta en los últimos rincones de estos ensayos, los latidos de la preocupación patriótica. Quien lo escribe y a quienes van dirigidos, se originaron espiritualmente en la negación de la España caduca. Ahora bien, la negación aislada es una impiedad. El hombre pío y honrado contrae, cuando niega, la obligación de edificar una nueva afirmación. Se entiende, de intentarlo.
Así nosotros. Habiendo negado una España nos encontramos en el paso honroso de hallar otra. Esta empresa de honor no nos deja vivir. Por eso, si se penetra hasta las más íntimas y personales meditaciones nuestras, se nos sorprendería haciendo con los más humildes rayicos de nuestra alma experimentos de nueva España».
Aquí tienen el programa de actuación quienes de verdad quiera hacer algo fecundo. Ello requiere esfuerzo, entrega y evitar las soluciones fáciles, desterrando cualquier atisbo de pereza intelectual.


14 comentarios:

  1. A ver por donde sale todo esto... Por cierto, me encanta ese cuadro del General Prim. Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. César, a mí este cuadro también me gusta. Es Catalán por los cuatro costados y Español hasta el tuétano. Su autor, Francesc Sans y Cabot, lo pintó por encargo de la Diputación de Barcelona. En él aparece el general Prim combatiendo en África al frente de sus bravos "voluntarios catalanes". Un abrazo.

      Eliminar
  2. No soy de la clase intelectual a la que te refieres, pero he presenciado la Diada y opino igual que ellos: que se la den ya y acabemos de una vez. Lo siento.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tracy, tampoco yo soy un intelectual, ni siquiera demasiado inteligente, pero creo que lo valioso hay que ponerlo a salvo aunque el personal ande despistado y llegue a resultar fatigoso defenderlo. Un fuerte abrazo.

      Eliminar
  3. Este es un asunto que tiene una salida muy complicada: se ha alimentado -tanto por los separatistas en Cataluña como por los separadores fuera de ella- durante muchos años una corriente que ya es impetuosa y amenaza con desbordarnos a todos (incluso a los propios nacionalistas catalanes). La verdad que hace 20 años -cuando tú yo, Rafa, éramos unos mozalbetes de 24- muy pocos podían pensar que llegaríamos finalmente a este punto. En fin...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nicolás, no creas, el tema trae cola. Ya en las Cortes Constituyentes de la II República Ortega y Gasset dijo: "señores; yo sostengo que el problema catalán, como todos los parejos a él, que han existido y existen en otras naciones, es un problema que no se puede resolver, que sólo se puede conllevar, y al decir esto,
      conste que significo con ello, no sólo que los demás españoles tenemos que conllevarnos con los catalanes, sino que los catalanes también tienen que conllevarse con los demás españoles."

      Armémonos de paciencia. Un abrazo.

      Eliminar
  4. No estoy tan seguro de que la existencia histórica de España sea una causa perdida, por mucho que lo parezca ahora que es pasto de los puercos, como profetizara Ganivet. Si Santiago no basta, ya le echará una mano San Martín.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Don Aquilino, mientras no tengamos que recurrir a San Fernando, vamos bien. Un cordial saludo.

      Eliminar
  5. Jose Antonio Manonegra.16 de septiembre de 2012, 15:24

    En cuanto les aflojemos los 5.000 millones pasará lo que Miguel de Cervantes escribió en la última estrofa...nada

    Voto a Dios que me espanta esta grandeza
    y que diera un doblón por describilla;
    porque ¿a quién no sorprende y maravilla
    esta máquina insigne, esta riqueza?

    Por Jesucristo vivo, cada pieza
    vale más de un millón, y que es mancilla
    que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla!,
    Roma triunfante en ánimo y nobleza.

    Apostaré que el ánima del muerto
    por qozar este sitio hoy ha dejado
    la gloria donde vive eternamente.

    Esto oyó un valentón, y dijo: "Es cierto
    cuanto dice voacé, señor soldado.
    Y el que dijere lo contrario, miente."

    Y luego, incontinente,
    caló el chapeo, requirió la espada,
    miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.

    Rezo por nuestros enemigos...

    Abrazos intelectuales...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. JA Manonegra, ¿para cuando una perilla? Ese gesto renacentista bien lo merece.
      Abrazos borgoñones...

      Eliminar
  6. Yo no entiendo mucho la postura de querer separarse. Deberíamos llevarnos todos bien. En fin, esperemos acontecimientos.
    Un beso,Rafael

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Amalia, si todos fuéramos como tú, qué bien nos iría. Un abrazo.

      Eliminar
  7. Yo creo que muchas de estas disquisiciones de los políticos, (que son los que remueven el tema -cuando les conviene-), se solucionarían en parte con educación y cultura, (siempre habrá gente sin arreglo); quiero decir, que se enseñara de verdad la historia que hemos compartido, a veces incluso a tortas. Al fin y al cabo, hasta el siglo XV, los peores enemigos de la Corona de Aragón eran los castellanos. Mi familia es de Castilla, por cierto, aunque yo nací aragonés. ¿me voy a "separar" de ellos 500 años después?
    Lo gracioso es que los más fanáticos de romper las costuras que nos unen, aunque estén mal cosidas, son los que más unión europea piden luego ¡otra vez todos juntos entonces!.
    Estoy contigo en que no se puede dejar de decir la verdad, aunque sean unos cansinos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Julio, afortunadamente hay amigos de la Historia (con mayúscula) como tú que ven las cosas con perspectivas.
      Y sí, son unos cansinos.
      Un abrazo.

      Eliminar