martes, 12 de junio de 2012

Derecho a discrepar o el termómetro de la libertad


Los 350 participantes levantaron una y otra vez la mano para votar a favor de cada una de las propuestas que se lanzaban. No hubo el mínimo atisbo de disidencia. Los organizadores celebraban aquella unanimidad que a mí me entristecía. Inmóvil en mi asiento, me sabía cobarde por no atreverme a ponerme en pie y decir: “no estoy de acuerdo. Estas son mis razones”. Lo había intentado antes, pero de una forma tan tímida que apenas se me entendió.

Me acordaba de Umberto Eco quien, en alguna ocasión, había comentado que nunca firma manifiestos de esos que se sacan contra el sida o el hambre, o a favor de la paz entre los pueblos, por la sencilla razón de que es absurdo defender lo contrario. ¿Qué persona en su sano juicio va a manifestarse favorable al Sida o al hambre? Cuando se piden adhesiones es porque se abordan temas discutibles sobre los que es posible pronunciarse a favor o en contra. Sólo el temor o la obviedad inane consiguen unanimidades. ¿Acaso era tan obvio lo que allí se planteaba? Si lo era, estaba de más debatirlo y votarlo. Y si no, cómo es que nadie opinaba distinto.

En el fondo, el filósofo Daniel Innerarity tenía razón: “cuando todo el mundo está de acuerdo, podemos suponer que no ha sido adecuado el procedimiento para forjar una opinión común.” No éramos buscadores de criterio sino dócil masa.

Me marché consciente de que habíamos cerrado en falso la solución a los problemas planteados, prueba de ello era nuestra actitud, la mía propia. Decía  George Orwell que “si la libertad significa algo, es el derecho a decirles a los demás lo que no quieren oír”. Aquel día no me atreví a decirles lo que no querían escuchar. Aquel día no actué como un hombre libre.

12 comentarios:

  1. Me parece muy honesto por tu parte confesarlo hoy, como aviso a caminanres.

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  2. Bueno, la partida no ha terminado... al menos la de la vida. Un abrazo.

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  3. Pues yo creo que tu actuación fue discreta y los demás se dejaron llevar. Quizás, demasiado sumisos. Un beso.

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  4. Creo que a todos nos ha pasado, Rafael. Estupendo post.

    La masa es lo peor.

    Animo a leer al maestro Giovanni Papini.

    Un abrazo,
    LJB

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  5. A veces, que todo el mundo vote a favor significa que hay una disciplina de partido, como ocurre en nuestro sistema político. Antes de votar, el portavoz levanta un dedo, dos o tres para votar respectivamente sí, no o abstenerse. He recordado esto al leer tu entrada pues a veces me pregunto por qué hay 350 personas representándonos -supuestamente- en el Congreso, ya que si hubiera la mitad, nos daría igual.

    También me viene a la mente una historia que me contó hace unos días mi tío de sus tiempo de estudiante. Como oposición a una reforma educativa, suspendieron las clases en la universidad y semanalmente votaban en asamblea, a mano alzada, si querían seguir o no con la huelga. Perdieron muchas semanas de clase y un día se les ocurrió votar en secreto, escribiendo en una papeleta "sí" o "no" e introduciéndolas en una urna. La opción mayoritaria fue el "no", lo cual demuestra la moraleja de tu historia a la perfección y creo que puede ser un buen ejemplo de que a veces seguimos a la masa por temor a ser señalados como disidentes.

    Por cierto, llevaba mucho tiempo sin venir por tu blog -y por el mío-. Es curioso que sea en estos días de exámenes cuando regreso aquí. Tal vez el haber terminado con los trabajos me deje más tiempo a escribir para huir un poco de lo que se me viene encima a partir de mañana. Por suerte, llevo todo bien y confío en igualar los buenos resultados de febrero.

    Un fuerte abrazo

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  6. Hola Rafael, a mí me hace gracia cuando dicen que las decisiones se han tomado en asamblea o que estaría bien una democracia asamblearia. Debe ser la forma más fácil de manejar a las personas para hacernos pensar que decidimos por nosotros mismos. Un abrazo. Fernadno.

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  7. Tracy, aviso a navegantes y lección para mí mismo. Un abrazo.

    Mora Fandos, efectivamente, prueba y error, caer y levantarse, aprender de los errores pasados, aunque a veces parece que uno se empeña en no redrar. Otro abrazo para ti.

    Amalia, uno sólo puede responder por sí mismo, y aquel día no me fui con buen sabor, la verdad. A veces se atina y otras no. Gracias.

    Alciato, ya sabes cómo se despachaba Heráclito con la masa. Bueno, y con la gente en general. Un abrazo.

    Galip, lo que cuentas me trae a la memoria algo que me pasó en mi primer año en la Universidad. Te lo he empezado a escribir aquí, pero he pensado que igual es mejor hacer de ello una entrada, pues tiene su moraleja. Ya ves, Galip, eres mi inspirador. Otro fuerte abrazo para ti.

    Fernando, la democracia ateniense era asamblearia y aquello era un cachondeo de padre y muy señor mío. Otro abrazo.

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  8. Sí Rafael, esa sensación la conozco, querer hablar en contra de la opinión mayoritaria y no hacerlo por... ¿un poco de timidez, cobardía, reparo?.... y luego ¡qué mal se siente uno!.
    De todas maneras, las "opiniones mayoritarias" no suelen admitir razones en contra... así que aunque te hubieras pronunciado claramente dudo mucho que hubieran querido entender las tuyas. Un abrazo.

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  9. Rafael, sono sicura che il tuo parere sarebbe stato migliore della decisione presa dalla maggioranza, ma gli altri sarebbero stati pronti ad ascoltarti? In Italia si dice che non bisogna dare le 'perle ai porci'....(non è nulla di sconveniente o di volgare!) e anche se san Paolo dice di parlare nei momenti opportuni e non opportuni, non sempre è possibile.....
    Ho scritto troppo, ma in spagnolo non è semplice, avrei da lottare non solo con i verbi!
    Un caro abbraccio

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  10. Jose Antonio Manonegra13 de junio de 2012, 10:14

    Con lo a gusto que se siente uno cuando lo "invitan" a abandonar la sala...

    Y recuerdo a un tal Juanito, llamado el "defensor de las causas perdidas" de toda índole y seguramente el único español que está a favor de que Gibraltar no sea español...¿que le harían en su visita al Peñón?...

    Rezo por "mi" verdad...

    Abrazos solícitos...

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  11. Teresa, es cierto, pero lo importante no es el resultado, sino la actitud. Pero bueno, lo dicho, de todo se aprende (espero). Otro abrazo para ti.

    Martina, en este caso la reunión se realizaba con buenos propósitos, pero me temo que la gente era demasiado dócil a todo lo que se le proponía.
    Con el español no te preocupes, un amigo mío está estudiando italiano y también se vuelve loco con los tiempos verbales. Un abbraccio

    JA Manonegra, es que el tal Juanito daba la nota muy a menudo. Di que ahora se ha amansado mucho, imagino que por inspiración bilbilitana.
    Abrazos briosos.

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  12. Rafael, muchas gracias....
    ¡Con los tiempos verbales (y no solo) vuelven loco también muchos Italianos!

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