sábado, 10 de septiembre de 2011

Cuando la NASA metió la pata por no hacer caso a mi profesor de matemáticas



Don José era nuestro profesor de matemáticas. Hombre recio y enérgico, en su clase no se canteaba ni una mosca. Su vigorosa mano se encargaba de dejarnos claro que él era el sheriff del lugar. Conviene aclarar que nadie ha acabado traumatizado por haber recibido un guantazo suyo (y eso que eran contundentes) pues no ejercía el despotismo y bastaba con cumplir las normas y estar al quite.

Pero la característica principal de don José era otra muy distinta, a saber: era un buen profesor de matemáticas. Se preocupaba de que aprendiéramos, de que tuviéramos los conceptos claros; no había enchufados ni nada que se le pareciera, allí sí imperaba la igualdad sin necesidad de que un ministerio inane la abanderada. Todos los días sacaba gente a la pizarra, con el pavor que eso provocaba entre los que no éramos precisamente unos Einsteins.

Con don José había una serie de “pecados” que no se podían cometer. Por ejemplo, el alumno incauto decía: “El 2 del numerador y el 2 del denominador se van”. Y acto seguido tronaba el vozarrón de don José: “¿A dónde se van? ¡Se simplifican!”. Efectivamente, los números no se iban a ninguna parte, únicamente se simplificaban. Qué decir de las faltas de ortografía, hoy convertidas en paisaje. Por mucha asignatura de ciencias que fuera su comisión era sistemáticamente penalizada en la calificación.

Uno de los pecados más graves era acabar un ejercicio y no poner las unidades. Después de una larga serie de operaciones, agotado y satisfecho, el alumno llegaba al ansiado resultado. “Y nos da 357” sentenciaba mientras garabateaba la cifra con la tiza. Entonces, cuando miraba con cierto temor al profesor esperando ver confirmado el fruto de su esfuerzo, recibía el siguiente comentario: “¿357 qué: boinas o guardiaciviles?” Un ejercicio en el que no constaran las unidades estaba mal, aunque su desarrollo fuese impecable. Ya podía uno apelar a los ángeles custodios, al concepto de justicia platónico, o a motivos lacrimosos de lo más variado (“me falta una décima para aprobar”, “es que mi padre”, “este verano iba a ayudar a los huerfanitos de Madagascar”…); aquella prueba era incorrecta.

Cuando hice la carrera no dejó de sorprenderme que la mayor parte de los profesores cometía aquellos pecados que a don José tanto irritaban. Así, obviaban sin pudor las unidades. En sus desarrollos en la pizarra no aclaraban si hablaban de “pesetas”, “dólares”, “renta per cápita” o “setas con gambas”.

Pasados algunos años (en septiembre de 1999) una noticia de prensa perdida entre la vorágine de grandes titulares llamó mi atención. Según informaba, una sonda espacial de la NASA llamada Mars Climate Observer, construida para estudiar el clima de Marte y apoyar el aterrizaje de otras sondas, se había estrellado contra la superficie de dicho planeta. 125 millones de dólares y varios años de trabajo tirados por la borda.

El artículo daba cuenta del motivo del desastre. Al parecer, en la construcción y programación de la sonda habían participado varias empresas. En concreto la Lockheed Martin Astronautics de Denver se había ocupado del diseño y construcción de la sonda, mientras que la Jet Propulsión Laboratory de Pasadera se responsabilizó de programar los sistemas de navegación. Pues bien, la primera realizaba sus mediciones con el sistema anglosajón (pies, millas, libras, etc.), mientras la segunda empleaba el sistema internacional (metros, kilómetros, kilogramos, etc.) La empresa de Denver desarrolló los cálculos correctamente con el sistema anglosajón. Luego los envió a la de Pasadera pero sin especificar las unidades de medida empleadas, de modo que estos últimos dieron por hecho que las unidades se ajustaban al sistema internacional. Así, cuando la nave se aproximó a Marte, sus ordenadores realizaron los cálculos de aproximación de forma errónea situándola en una órbita equivocada y haciéndola caer sobre el planeta rojo.

Pocos meses después los sesudos técnicos de la NASA sufrían un nuevo fracaso con otra sonda enviada a Marte –la Mars Polar Lander-. En su construcción había tenido los mismos problemas de unidades de medida que con la Mars Climate Observer. Desde Tierra intentaron reconfigurarla, pero cuando debía alcanzar la superficie del planeta se perdió contacto… hasta hoy. Todo parece indicar que quedó convertida en un huevo frito metálico sobre fondo rojo.

Don José murió hace algunos años y, aunque nos hizo sudar la gota gorda, he de confesar que con el paso del tiempo su figura ruda y exigente se engrandece. Sólo puedo decirles a los sabios de la NASA que siento que no tuvieran un profesor tan “maniático” como don José. Otro gallo les habría cantado.

13 comentarios:

  1. Pasaba por esta esquina del mundo y me he quedado leyendo tu historia...
    Unas cositas: Lo primero que estoy feliz de verte tan animado. Lo segundo que para mí que estás mucho mejor: ¡hablando de matemáticas y como si tal cosa!(yo es que soy de letras y muy cazurra para otras cosillas ...). Y lo tercero que creo que tan embobada en las mates como para hacer algo como lo de la NASA, no.

    Estoy contenta de tenerte por aquí Polizóóón.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Thomas Malthus Manonegra.10 de septiembre de 2011, 9:55

    Vaya, algún "jefe de día" si que debe estar traumatizado cuando le partían la cara nada más poner el pie en su clase y eso que llamaba a la puerta...nunca dejó de sorprenderme esa reacción violenta...¿serían esos picores?.

    Abrazos desde mi estado ascético-librepensante

    ResponderEliminar
  3. Rafa, tienes la habilidad para convertir los "traumas" en bonitas anecdotas. Tienes razón en todo lo que dices pero yo añadiría: el mejor profesor de matemáticas que he tenido. Ah... y de química, que de hecho era Licenciado en Químicas. Rafa: ponte bueno ya!!! Un abrazo

    ResponderEliminar
  4. Hola Rafael.

    Bienvenido a la blogosfera después de tus vacaciones.

    Espero que estes bien, aunque algún comentario me hace sospechar que has estado malito. Espero que no sea nada.

    Respecto a la enseñanza, creo que la de hace 20/30 años era mucho mejor que la que imparten ahora que no tiene nada que ver ni con los profesores que teníamos ni con el programa educativo del Ministerio.

    Un abrazo muy fuerte. Chus

    ResponderEliminar
  5. Que Alegría me has dado querido hermanos gracias a DIOs por ti y tu vida ¡cómo estás ? me alegra de verdad tu vuelta que DIOs te guarde siempre sabe en la viña del señor hay de todo y todos aportamos algo y todos necesitamos de todos yo aprendo mucho de ti no importa fallar en las matematica lo importante es no fallar en el Amor con los unos a otros por que en el atardecer de la vida sólo seramos examinado en el AMOR estas muy presente en mis oraciones recuerdalo que DIOS ilumine siempre tus paso y te conceda lo que pide tu corazón y adelante siempre muy unidos en oración y un abrazo muy ESPECIAL MIL GRACIAS por EXISTIR

    ResponderEliminar
  6. También a mi me dieron clases unos profes así.
    Aún recuerdo sus enseñanzas.
    ALIVIATE PRONTOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!
    Sigues en mis humildes oraciones!
    DTB!!

    ResponderEliminar
  7. Uy no sé, yo creo que con un profe así, no pasaba un curso. Aunque cuando me saqué el carné de conducir creo que me lo saqué a la primera por las broncas que me soltaba el profe cada vez que se subía conmigo.
    Abrazo en mi oración

    ResponderEliminar
  8. Buenas tardes Rafael.Malo no saber qué pero también lo es no tener referencias o escala de las cosas. Con lo bien que estábamos los inges con los kilos y las toneladas y van ahora y empiezan a hablar en newtons y pascales, ¿Alguno sabe cuantos newtons pesa?. Me tienen frito sobre superficie de teflón.Un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. mjbo, muchas gracias. Día a día voy mejorando, por la cuenta que me trae. La otra opción era cultivador de malvas en calidad de humus. Por cierto, yo también estoy requetecontento de tenerte por aquí. Un abrazo.

    TM Manonegra. Tienes razón, con don José la profesión de "jefe de día" era de alto riesgo. Como sabes perfectamente, dicho riesgo se elevaba a la enésima potencia si uno procedía de FP, y no precisamente por causa de don José.
    Respecto a los "picores", casi mejor no entrar en terrenos escatológicos. Un abrazo.

    queVieneElKoko, ya voy tratando de ponerme bueno, ya. De momento estoy más cerca de Frankenstein que de Paul Newman, aunque he de reconocer que antes ya era así. Gracias y un abrazo.

    Lourdes, sólo recibo cosas buenas. Contigo el día a día es como un cumpleaños permanente. Muchas gracias.

    María del Rayo, no dejes de pedir que me parece que todo es poco. Y también por aquellas profesoras estupendas. Un abrazo.

    Ángelo, a ver si tuvimos al mismo profesor de autoescuela. El mío parecía el instructor de "La chaqueta metálica". Espero que por lo menos no te pongan multas. Un abrazo.

    NIP, menos mal que no estoy en ingeniería. Si me hubiera matriculado en esa carrera la haría de forma vitalicia. Por cierto, este sábado voy a un concierto de un grupo en el que toca Galip Bey, presentan su disco. Ya te contarés. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  10. Chus, que con eso del anonimato te me habías despistado. Gracias por los ánimos. Qué te voy a contar.
    Respecto al nivel escolar, lo curioso es que en el país de los ciegos el tuerto es rey. Yo que para las ciencias era un desastre resulta que ahora no voy mal. La vida te da sorpresas.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  11. Polizón que nos tienes en pause ... ¿cómo vas? Si escribes lo vemos más claro.
    Un abrazo, ah y estoy leyendo tu libro, es que siempre tengo varios en marcha.

    ResponderEliminar
  12. ¡Qué fuerte lo de la NASA¡

    Miriam (que no anónima por mucho que insista blogger)

    ResponderEliminar
  13. mjbo, mirado para atrás, estoy mejor, aunque va a Días.
    Me alegra lo que dices del libro. Ojalá te guste.
    Un abrazo.

    Miriam, para que luego presumamos de chapuzas en España. Ya ves como nadie se libra.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar