lunes, 21 de marzo de 2011
La comedia humana (William Saroyan)
El final es tiempo de recapitular, tanto en la vida como en una comida, en la lectura de un libro o en la coronación de una cumbre. A veces para concluir que algo ha pasado sin pena ni gloria, otras para poner de manifiesto su maldad, y en no pocas ocasiones para descubrir el valor positivo que ha tenido en nuestra existencia.
Acabo de terminar la lectura de un libro de William Saroyan, La comedia humana, y he de decir que para mí ha sido una experiencia verdaderamente enriquecedora. En el mismo se narra lo extraordinario del acontecer diario de un pueblo norteamericano llamado Ithaca a principios de los años cuarenta; como trasfondo, la Segunda Guerra Mundial que se vive de lejos en lo bélico y de cerca en lo personal, pues varios jóvenes de la localidad han sido movilizados.
El hilo conductor discurre a través los niños, y de forma significativa en las peripecias de Homer Macauley, quien con catorce años comienza a trabajar como repartidor para el servicio telegráfico. Homer encarna lo más noble del alma humana. Su mirada limpia nos presenta el mundo de un modo indulgente y grato; aunque no por ello sea ajeno a la existencia del mal (tanto el moral como el material). El mismo le provocará heridas en el espíritu que, sin embargo, no sólo no lo harán renunciar a su condición benévola, sino que acrecentarán su misericordia.
El libro transpira bondad en cada línea, y con ello consigue producir en el lector un efecto catártico, purificador, pues si es cierto que el mal puede resultar seductor, no lo es menos que el bien también lo es, despertando en nosotros la llamada a llegar a ser lo que tenemos que ser, lo que nos plenifica.
El perfil vital de algunos de los personajes resulta especialmente grato. Como el señor Spangler, responsable de la oficina de telégrafos. Generoso y carente de cualquier indicio de vanidad. Pese a su juventud, su virtud le proporciona una fuente inagotable de sabiduría. Es ella la que le enseña que en ocasiones las personas sólo necesitan tiempo, hacer un alto, esperar para que las nubes se disipen y nuestras pasiones dejen respirar la humanidad que late bajo las apariencias. Por eso acompañará en su turbación a un joven atracador, o al propio Homer cuando reciba el impacto del sufrimiento.
También el anciano señor Grogan, el telegrafista, a quien el dolor del mundo angustia y busca refugio en el alcohol. Quizá por ello es más comprensivo con la debilidad humana: “Ten mucho cuidado con todo lo que tenga que ver con las personas. Si ves algo que estás seguro de que está mal, no estés seguro. Si se trata de personas, ten mucho cuidado. Me perdonarás, pero tengo que decírtelo, porque eres un hombre a quien respeto, así que no me importa decirte que no está bien criticar la forma en que es nadie.”
También Ulysses, el hermano pequeño de Homer, admirado de la maravilla que es el mundo; y Marcus, el mayor de los hermanos Macauley, que se hace presente en forma de ausencia sentida; y la madre, y el señor Alan, y otros personajes entrañables que habitan las páginas de este libro.
En más de una ocasión, mientras leía, venía a mi memoria la conocida obra Matar un ruiseñor, pues tiene con ella bastantes puntos en común: la exaltación serena y actuante del bien, la mirada tierna hacia los niños, el marco ambiental en que se produce, la importancia de la virtud como fundamento de una buena vida.
Sin lugar a dudas me parece una obra recomendable. Apenas 200 páginas; capítulos cortos, ágiles y vivificantes; lectura sencilla; contenido jugoso y sanador. Lo cierto es que no se me ocurre ninguna razón para no leerla.
Que bonito Rafael, lo que escribes y que bien lo dices. Tú si que te pasas!.
ResponderEliminarAunque no tenía idea de comprarme, por el momento ningún libro, por la cantidad de lectura que tengo atrasada. Este me lo voy a anotar. ¿Se encuentra facilmente?.
Gracias y un abrazo
Tu devoras los libros como yo las pelis. ¡Buena combinación! Pero ya sabes... los libros siempre son mejores, así que a tener en cuenta tus recomendaciones. Pero tu ritmo... ¡¡¡ no lo alcanzaré!!! Cachis...
ResponderEliminarMe gusta la propuesta, la tendré en cuenta.
ResponderEliminarGracias.
Gracias, Rafael los libros son medio que nos ayudan a crecer y a madurar nos ayudan a ver la vida de otra manera son pequeñas herramienta que Dios nos facilitad para caminar y ser un poquito mejor muy unidos en oración y un abrzo fuerte a mi me gusta leer mucho y este libro que has comentado me parece interesante gracias
ResponderEliminarChus, si lo lees te gustará. Ya lo verás. Y sí, es fácil de hacerse con él pues lo han ido reeditando. Otro abrazo para ti.
ResponderEliminarÁngelo, lo de los libros me va a temporadas. Ahora estoy en horas altas. De todos modos este es muy cortito y se lee muy bien. A poco que te pongas me adelantas en un pis pas.
Gran Visigoda, no te defraudará.
Lourdes, este libro desde luego es muy edificante. Y simplemente, mostrando cómo obra la bondad humana. Gracias a ti.
... me lo pido! pero para después del benedito que me estoy zampando.Un abrazo.
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