miércoles, 26 de enero de 2011
El día en que me sentí guapo (o, por lo menos, resultón)
Caminaba por la avenida a buen paso, con garbo legionario. ¿Qué edad tendría yo entonces?, ¿diecisiete?, ¿diecinueve?
Sentados en el peldaño de acceso a un portal, un chico y una chica conversaban. En realidad era él quien le contaba algo a ella, pues la muchacha se limitaba a mirarme. ¡A mí!
A la miradita enseguida añadió una leve sonrisa. “Coqueteando, ¿eh?” La cosa se ponía interesante. Entonces pasó por mi mente una de esas ideas peregrinas que tan estrambóticas consecuencias han tenido en mi vida: “Si se cree que voy a apartar la vista yo primero, va lista. No pienso dejar de mirarla hasta que lo haga ella”.
Su acompañante continuaba hablándole, mientras la sonrisa de la chica experimentaba una progresión creciente.
A estas alturas, como cabe imaginar, yo caminaba con la cabeza completamente girada para poder sostener la mirada. Fue entonces cuando sucedió. Un dolor indescriptible me hizo perder la percepción de cualquier parte de mi cuerpo que no fuera el lado derecho de mi cara. Me acababa de estrellar con un bloque de hormigón de esos que albergan el cableado para regular los semáforos.
La sonrisa de la chica se transformó en franca carcajada, mientras el muchacho de al lado la miraba sorprendido sin comprender nada.
Yo, por mi parte, apartaba mi jeta bidimensional con la poca dignidad que me restaba (0,000000000001 grados “dignity” echándolo por lo alto) y, sin poder siquiera emitir un gemido de dolor, buscaba tambaleante (pero erguido, ¡muy erguido!) la bocacalle más próxima que me alejara de aquel fatídico lugar.
Apenas doblé la esquina, mis pulmones inhalaron aire por vez primera y pude emitir un par de improperios de desahogo. Tanteándome tembloroso el rostro me cercioré de que todavía estaba en su sitio y no sangraba.
No sé qué me dolió más en aquel momento, si el golpe, o la humillación de saber que la chica me había mirado con el único objeto de seguir mi trayectoria suicida y meteórica hacia la superficie más dura que quepa imaginar.
Probablemente mi rostro quedó impreso en el macizo bloque semaforil. ¿Quién sabe?, tal vez dentro de 30.000 años los habitantes del planeta lo estudien como el resto de una civilización que quiso dejar su impronta incrustando la cara de un fulano que debió hacer algo interesante para recibir semejante honor.
Por mi parte, me conformo con ser capaz de mover los maxilares y poder decir “patata” cuando sacan alguna foto. La coquetería la dejo para los guapos.
Genial Rafael. Me acabo de despertar y estoy en la cama con el i phone, y me acabas de arrancar una sonrisa de oreja a oreja. Gracias. Por cierto !como escribes!! Da gusto leerte. Un abrazo
ResponderEliminarHola Rafael, por lo menos gracias a ti alguien fue feliz durante un momento. Y quién sabe quizás la chica te lea la entrada y le vuelves a hacer reír, otra vez. Un abrazo. Fernando.
ResponderEliminar¡¡¡ERES LO MEJOR QUE ME HA PASADO ESTA MAÑANA!!! Tú segurísimo que entras en el Cielo por lo menos para hacer reír a carcajadas a todo el santoral .... y querubines, tronos, potestades... y toda la cuadrilla celestial.
ResponderEliminarTu blog, aparte de religioso y que hace pensar, es terapéutico. Besicos.
jjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj........muy divertida la anécdota. Un abrazo ¡¡¡
ResponderEliminar¡¡¡ Ay la vanidad !!!, Gracias por sacarme unas risas. Un abrazo
ResponderEliminarJuasss, que bueno. Lástima que no hubiera un cazador de imágenes y ver la escena en youtube. Ni te cuento mis días de anécdotas similares. También se llevaron sus bofetadas . Gracias por la carcajada.
ResponderEliminarOff topic: por fin he descubierto la autora de la pintura que aparece en la portada de uno de tus libros. ¡Es fantástica!Iman Maleki.Me llamó la atención y como tú dices : "no paro ni dormido"
Abrazos
¡Ja,ja,ja,ja! es que son...y ¡Cómo somos!.Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarDa más credito a tu apariencia.
ResponderEliminarNo creo que ella quisiera que te golpearas.
Bueno lo cuentas con mucho estilo que causa gracia. He visto a algunas personas que les pasa eso. Pobrecitos. Pero que alegremente lo cuentas.
Besitos Rafa.
-Gracias, Chus. Por lo que veo, casi desayunamos juntos. (No he podido escuchar la canción de tu blog. Mi ordenador todavía va a pedales).
ResponderEliminar-Fernando, la verdad es que no había pensado en que ella podría estar leyendo esta entrada. Por si es así, aprovecho para dirigirle unas palabras:
“Querida amiga:
Ha pasado suficiente tiempo para que afrontemos esto con serenidad: lo nuestro no pudo ser, nos separó tu ostensible hilaridad y el principio de impenetrabilidad de los cuerpos.
No me atrevería a afirmar que fue bonito mientras duró, porque a lo que me quise dar cuenta la parte más dura me la había llevado yo, en concreto un bloque de hormigón de una tonelada y media (kilo más, kilo menos).
En todo caso, te deseo que te vaya bonito, y si en algún momento echas de menos lo nuestro, siempre puedes recurrir a “los Videos de Primera” o a “Impacto TV”, donde podrás ver unos mamporros que a buen seguro elevan tu ya de por sí jovial carácter.
Te saluda atentamente:
El hombre que no pudo ser Ghost”
-Camino, tú sí que me animas con lo que me dices. Respecto a que el blog sea religioso, nunca lo había pensado así. Aquí llega un totum revolutum de un naufragio mental en el que cabe todo. Lo que pasa es que con las abundantes bendiciones que me echa Lourdes, algo se me habrá pegado.
-Kara, Piolina, otro abrazo para ti.
-Visigoda, la vanidad se pega como un chicle en el zapato, y cuanto más hurgas, más se extiende. Verdaderamente, mejor no hacerle ni caso (porque ya ves cómo acabo).
-Ángelo, casi agradezco que no hubiera cámaras; si no tendría que vivir en el Polo Norte. Iman Maleki es un pintor iraní. Para la portada de “Historia de la Filosofía para Peatones” pensé en este cuadro: http://imanmaleki.com/en/Galery/omensofhafez.htm pero temía que pareciera un libro coránico o similar, y no una guía de filosofía. A mí también me encantan sus pinturas.
Incorporo un enlace para quien pueda estar interesado en su obra:
http://imanmaleki.com/en/Galery/
- NIP, la verdad es que son la repera, y yo estoy encantado con ellas. En mi casa estoy rodeado de mujeres, ¡y cuánto me gusta!
-María del Rayo, si no quería que me la pegara, lo disimulo estupendamente. No se perdió un detalle. Ahora, eso sí, pocas personas podrán decir que han analizado el hormigón armado con tanta cercanía como yo. Un abrazo.
Ja ja, este es el tipo de cosas que quedan grabadas para siempre en la amígdala esa que tiene el cerebro.
ResponderEliminarJajajaja! Buenísima historia Rafael. Además me has hecho recordar algo parecido que me paso a mi. Tan sólo que yo estaba en una caravana parado con un amigo. En el coche de al lado dos chicas, miradas y sonrisas. Y no se por qué, puse la primera y salí hacia adelante sin acordarme que el coche que me precedía también estaba parado... Ni me atreví a volver a mirar a las muchachas. Y a explicarle al otro conductor por qué le había dado por detrás si hacía unos segundos estaba detenido...
ResponderEliminarjajajajaja! Saludos!!!
Fran, creo que aquel día la "amigdala cerebral" me quedó aplastada.
ResponderEliminarCésar, muy bueno. Me siento totalmente identificado contigo.
Anda y yo creyendo que Iman Malik era mujer. Eso me pasa por haberme quedado solo ante la belleza de las imágenes y no haberme informado más. ¡¡¡lección aprendida!!! Hay mucha sensibilidad en sus cuadros, tal vez por eso ... Un abrazo
ResponderEliminarPues en la foto no se te nota el golpe, se te ve muy bien ...
ResponderEliminarsaludos
Ángelo, es que con esos nombrecitos cualquiera sabe.
ResponderEliminarmjbo, la foto me la tomaron 15 segundos antes del golpe. La de cómo se me quedó después está aquí: http://fotosdehumor.net/fotos-de-humor/gente/foto-cara-fea_1816.htm
Anda si parece la mía cuando un capitán me pegó un guantazo en la mili. Entonces no existía el teléfono del soldado. Sentí que la cara se me quedó así.
ResponderEliminarMu güena.
Abrazos
Vengo del blog de Cristina y Fernando, y entre su anécdota y esta, me han sacado un par de carcajadas :)
ResponderEliminarEntonces, si no recuerdo mal, el telefóno del soldado era el de casa y servía para decir: "papá, mándame algo de dinero que estoy a dos velas".
ResponderEliminarMarina, todo un placer. ¡Menuda mamá más guapa! Se te ve estupéndamente acompañada. Cuando puedo mover los músculos faciales, yo también me río de acordarme.