jueves, 20 de enero de 2011

Cuando la fruta no madura sola


Estos últimos días han retransmitido en televisión una serie documental titulada: “Apocalipsis: la Segunda Guerra Mundial”. Hay que reconocer la pericia de sus realizadores a la hora de resumir en breves capítulos el acontecer de unos episodios trágicos que arrastraron a media humanidad.

En uno de los capítulos abordan el periodo en que los aliados ya habían desembarcado en Normandía y el frente ruso se había abierto, la suerte parecía echada. Podría decirse que la victoria era únicamente cuestión de tiempo, pero esta afirmación, a mi entender, no es del todo cierta. La victoria iba a requerir tiempo, efectivamente, pero además mucho esfuerzo y muchas vidas. Los “vientos de la historia” sólo avanzan si los hombres se implican, porque de lo contrario hacen como el Cierzo, que cambia de sentido cuando menos te lo esperas. Si los aliados se hubiesen detenido para esperar a recoger el fruto maduro, este nunca habría caído. Para obtener la victoria hubo que luchar palmo a palmo hasta entrar en Berlín y alcanzar la Cancillería.

Pongo en relación esta cuestión con algo que sucedió en mi empresa, una cooperativa. Dada nuestra particular configuración societaria (somos a la par trabajadores y propietarios), carecemos de sindicatos o comité de empresa, pero sí tenemos un órgano que nos representa específicamente en cuanto trabajadores. El caso es que yo había sido elegido por mis compañeros para representarlos. Llevábamos mucho tiempo enfrascados en una dura negociación con la Dirección por un tema importante que buscaba mejorar las condiciones de una serie de personas que tenían horarios más duros y peores condiciones laborales. Un día, tomando un café con varios compañeros, el tema salió a relucir. Uno de ellos comentó que a fin de cuentas lo que demandábamos caería por su propio peso al margen de nuestra intervención; sólo era cuestión de tiempo que de forma natural se realizase. Sinceramente, me sentí indignado ante tal afirmación. Se suponía que el desgaste que llevaba sufriendo para procurar esa mejora había sido en balde; un brindis al sol. Un misterioso determinismo histórico iba a conducir a que la Dirección, tan reacia a cualquier cesión en este terreno, motu propio la llevara a cabo.

Naturalmente la fruta no cayó por sí sola del árbol. Tras mucho esfuerzo, conseguimos que nuestras reivindicaciones salieran adelante. Claro que aquellos que se habían limitado a ver pasar el tren se beneficiaron de lo obtenido por los que nos habíamos deslomado poniendo la vía. Es muy posible que tuvieran la impresión de que aquel “ferrocarril” había emergido como las setas en el monte, sin esfuerzo ni determinación.

Cuando se debatió la última reforma de la ley del aborto, en vista del éxito de las movilizaciones, algunos grupos pro-vida lanzaron las campanas al vuelo afirmando que la batalla ideológica ya se había ganado. ¿Seguro? La ley ha prosperado, en España se producen más de 100.000 abortos reconocidos por año (los que piden factura y pagan IVA), la Píldora del Día Después se suministra sin receta médica, y los líderes del principal partido de la oposición dicen que su preocupación es que las niñas de 16 años puedan abortar “sin permiso paterno”, pero ni se les pasa por la imaginación proponer la supresión del asesinato a escala industrial que se produce en nuestro país. ¿Dónde queda esa “victoria ideológica”?, ¿en el mundo platónico?

La victoria se obtiene con determinación y constancia, o, como decía Churchill, con “sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”. Lo demás es espectáculo.

7 comentarios:

  1. ¿Y quién enseña hoy a los que suben la determinación y constancia? ¿a qué colectivo actual se la puede presentar que la victoria se obtine con sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor? hasta se corre el riesgo de que te multen por proponerlo. Aquellos que lo creemos firmemente debemos seguir demostrando que es posible, y no dormirnos en la pequeñas victorias.
    Un abrazo

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  2. La gente es muy desagradecida Rafael. Y se suele dar la paradoja que los que menos valoran el esfuerzo ajeno, tienden a sobrevalorar el propio. Un beso ¡¡

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  3. Tu relato «sindical» me hace acordar a los que les pasa a los empleados municipales de mi ciudad. Los no afiliados al sindicato tributan a la federación de sindicatos (instancia superior) un 1% más, por las negociaciones que los benefician con los aumentos de sueldos; en el fondo, sea cual fuere la lucha y los resultados de lo que uno participó, uno se siente tranquilo. Las conquistas es de todos los días, como siempre digo, de a poco, con suavidad pero con criterios. Estar atentos Rafael, como decimos los argentinos: cocodrilo que se duerme lo hacen cartera!
    Un fuerte abrazo

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  4. La guerra, la empresa, la vida: Determinación y constancia. Perseverancia y Paciencia como virtudes cristianas confiadas en el auxilio del Señor que nos sostiene.Los que vendrán pronto no van a madurar nada y habrá que seguir batallando hasta conseguirlo,como singulares volcanes islandeses, hemos de parar y acabar con el genocidio del aborto y volver a la cordura de la sana Razón vital con Nombre propio, es ese fuego divino que permite en el mundo pasar del platonismo al plutonismo.Un abrazo.

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  5. Pero nuestro sentir solo llega a Dios. ¡Ahora!, se pueden dar con un canto en los dientes. Tiempo al tiempo. Siempre digo que el mal recae sobre uno mismo.
    Sigamos en nuestro empeño sin movernos un centímetro.

    Un fuerte abrazo

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  6. Todo lo que uno hace, sea en negociaciones o en la vida diria, siempre pedir la luz del Espíritu Santo, perder una batalla no es perder la guerra, esta se gana hasta que uno entra al cielo, ciertamente nosotros hacemos lo que queremos, pero falta lo que Dios diga, pareciera ser que esta atado de manos, pero no, Él sabe como, cuando y donde, aplica su justicia, lo importante es no sucumbir al mal, de la forma inimaginable que se presente.
    Besitos.

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  7. Tú lo has dicho, Ángelo, despiertos, siempre despiertos.

    Es verdad Kara, ¡cuánto valoramos el propio sudor!

    Claudio, muy simpático el refrán, y muy cierto.

    NIP, la razón vital, qué bien me suena eso.

    Capuchino, moverse hay que moverse, pero en la dirección adecuada, claro está.

    María del Rayo, el caso es que ya que nos ha puesto aquí, habrá que ponerse al tajo. (Otro para ti)

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