miércoles, 1 de septiembre de 2010

Etsi Deus non daretur



El Génesis narra cómo Dios va creando el mundo por etapas. En cada acto creador comprueba que el resultado de sus acciones es bueno, hasta que finalmente, cuando concluye su obra, se afirma que "vio Dios ser muy bueno cuanto había hecho".

El pensamiento moderno ha partido de una premisa: para comprender el mundo y al hombre hay que hacerlo "como si Dios no existiera" (Etsi Deus non daretur). Desprovisto de su fundamento, el mundo ya no se ve como "muy bueno", sino más bien al contrario, como una realidad tarada, de fabricación defectuosa. Así que los hombres nos hemos puesto a la faena de reinventarlo según dictan nuestras propias entendederas. Que las vacas son herbívoras y no engordan rápido, pues a manipularlas hasta que coman carne a espuertas. Que hemos arrasado las reservas de agua y alimentos de regiones enteras, esterilicemos a sus habitantes para que nadie sufra por la carestía.
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Existen casos estremecedores, como el de los yemeres rojos en Camboya, que en su afán por retornar al año cero de la humanidad para recomenzarla como es debido, aniquilaron a un tercio de la población del país. También a nosotros nos gusta jugar a diosecillos: manipulamos embriones humanos; generamos residuos nucleares con una vida de varios millones de años para enterrarlos a unos metros o echarlos al mar dando por controlado el tema; o rediseñamos la sociedad pretendiendo que lo mismo es que una mujer se case con un hombre que con una alcachofa.

Quizá deberíamos recordar que el único lugar que funciona "como si Dios no existiera" se llama infierno. Allí ni está ni se le espera.
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Precisamente en un infierno es en lo que se convierte la creación y la humanidad entera cuando se pretende desterrar de ella a su Hacedor. El propio hombre, vaciado de su finalidad trascendente, se convierte en averno. Por algo Jean Paul Sartre se atrevió a escribir algo tan terrible como que "el infierno es el Otro" (L´enfer, c´est l´Autre).

3 comentarios:

  1. Una persona con quien he coincidido este verano me decía que, a sus años (unos sesenta y tantos), ya no se cansaba reflexionando o discutiendo sobre la existencia de Dios. Simplemente no es físicamente visible, no es empíricamente demostrable y, por lo tanto, no tiene sentido vivir preguntándose por su existencia.

    Esta persona ha estado durante su vida comprometido en diversas acciones solidarias. Tenía muchísima amistad con personas católicas (laicas y consagradas) dedicadas al servicio al prójimo por amor a Dios. Él mismo me había contado el admirable servicio de varias personas a enfermos terminales o a personas con graves deficiencias físicas o psíquicas sin esperar nada a cambio, y además con alegría.

    Al preguntarle si no había visto a Dios como soporte de la actuación de quienes daban su vida por esas personas, contestó que todo eso puede hacerse "por humanidad". A lo que le objeté que, "por humanidad", Nietzsche habría eliminado a esas personas, o, también "por humanidad" Sartre les habría empujado al suicidio.

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  2. "Volved la espalda a la Iglesia Católica y ¿a quién os volveréis? Es vuestra única certeza de paz y seguridad en este mundo turbulento y cambiante. No hay nada entre ella y el escepticismo cuando el hombre ejerce su razón libremente. Los credos privados y las religiones estrafalarias pueden parecer llamativos e impresionantes para muchos en su día; las religiones nacionales pueden yacer imponentes e inermes, y ser un estorbo durante siglos, y distraer la atención o confundir el juicio de los entendidos; pero a la larga se descubrirá que o bien la religión católica es en verdad y de hecho la incursión del mundo invisible en este mundo nuestro, o no hay nada positivo, nada dogmático, nada real en ninguna de nuestras ideas en lo referente a nuestro origen y nuestro destino. Olvidad el catolicismo y os convertiréis en protestantes, unitarios, deístas, panteístas, escépticos, en una espantosa pero inevitable sucesión..."

    Card. John Henry Newman.

    (Próximamente beatificado por Benedicto XVI)

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  3. Todos los días tengo la oportunidad de enviar muchos correos, por trabajo, y aprovecho para poner unas líneas motivando cada día que amanece, el regalo que es vivir y todo lo que podemos hacer. Bastantes me han contestado que es lo que les anima el día. Muchos viven sin Dios, pero ¿acaso viven?

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