miércoles, 12 de mayo de 2010

Atónito


¿He oído bien? Nos tienen tan acostumbrados al “yo pasaba por aquí”, “ha sido éste”, “y tú más”, “sí, ¡y qué pasa!”, que todavía no acabo de creerme que alguien públicamente diga lo que este hombre ha dicho. No ha apelado a estadísticas que demostraran científicamente lo poco relevante que ha sido. No ha señalado a otros como afectados por el mismo mal en igual o mayor medida. No ha mostrado las bondades que se realizan como contraprestación al mal cometido. No ha sacado pecho enumerando las medidas contundentes que va a poner en marcha para que esto no vuelva a suceder. Ha dicho que la culpa de que se hayan producido abusos deshonestos es de los suyos, que el mal viene de dentro, que tienen que expiar por el daño causado y rendir cuentas ante la justicia.

“La mayor persecución de la Iglesia no viene de los enemigos de fuera, sino que nace del pecado de la Iglesia. Y que la Iglesia, por tanto, tiene una profunda necesidad de reaprender la penitencia, aceptar la purificación, aprender el perdón pero también la necesidad de justicia. El perdón no sustituye a la justicia. Debemos aprender esto tan esencial: la conversión, la oración, la penitencia, las virtudes teologales.” (Benedicto XVI, 11 de mayo de 2010)


¿Dónde están sus “relaciones públicas”, sus think tank elaborando una contrarréplica, sus estrategas, sus asesores de imagen...? ¡Este hombre ha perdido la cabeza!

Ciertamente sus palabras no son de este mundo.

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