viernes, 25 de agosto de 2017

La decisión del rey o una sorpresa venida de Noruega



No tengo especial simpatía a eso que llaman el “cine nórdico”. Cuando oigo esa expresión me imagino una interminable toma en blanco y negro de una hoja en el suelo o de un rostro entre inexpresivo y serio de un personaje cuyo destino me resulta completamente indiferente.

Así que si me animé a ver una película noruega fue por la buena crítica que mi amigo Miguel hizo de la misma. Pues bien, he de decir que acertó de pleno.
“La decisión del rey” narra el comienzo de la invasión alemana de Noruega durante la segunda guerra mundial. Pero no se trata de cine bélico en el sentido clásico, sino más bien “cívico”, pues acompañamos al monarca, su familia y el gobierno del país en esas horas críticas. Gobierno que, por cierto, pretende ser neutral sin haber tenido la determinación necesaria para gestionar la situación.

Si tuviera que destacar algo sería la “atmósfera”, eso que llaman el clímax; particularmente en los momentos en que los alemanes están a punto de atacar. La cinta transmite perfectamente la angustia de un peligro sobrevenido, cuyo alcance se desconoce y se teme, que uno no ha ido a buscar y que, sin embargo, te sale al encuentro.

Gran película que recomiendo sin la menor duda.

lunes, 21 de agosto de 2017

Platón no sumaba con los dedos (vídeo)



El vídeo de hoy va de números, y griegos. Pero no asustarse que no nos vamos a poner a hacer operaciones matemáticas.

De la mano de Platón nos vamos a acercar a la concepción matemática que tenían los griegos de la antigüedad.

Como decía mi abuela, nunca te acostarás sin saber una cosa más.

miércoles, 9 de agosto de 2017

Teoría de Juegos. ¿Se adelantó un filósofo a John Nash?



El verano es el momento ideal para pararse a pensar; ¿no te parece? Así que aquí te ofrezco un nuevo vídeo de Filosofía para Náufragos.

¿Y si te dijera que un filósofo del siglo XVII se adelantó a John Nash a la hora de establecer un modelo de la teoría de juegos? Pues sí, te lo digo, y en el vídeo te lo explico.

¡Bienvenido/a!

martes, 8 de agosto de 2017

Patria (Fernando Aramburu), luces y sombras



Patria cuenta la historia de dos familias ligadas por la amistad primero, y más tarde por la larga sombra de un crimen. 

Patria es un relato que recoge en la carne de sus personajes el odio, complicidades y miedo que ETA y su entorno han sembrado en el País Vasco y esparcido allá donde ha podido. Por eso duele, y por eso sorprende su éxito. En un momento en que estamos sumidos en una suerte de afán por amortiguar en lo posible el sonido de aquella infamia, Aramburu saca un libro sobre el tema y arrasa en las librerías.

En todo caso, dado el eco mediático que ha tenido, esperaba que el argumento girase en torno a esta cuestión. Con lo que no contaba es con la crónica de la decadencia moral de nuestra sociedad que se recoge, y no precisamente en lo referente al terrorismo.

Trataré de explicarme. El libro no sólo cuenta el daño causado por el odio ideológico, sino también la ruptura de los vínculos familiares y la pérdida de los referentes éticos.

Pondré un ejemplo. Los matrimonios mayores de ambas familias tienen sus deficiencias, no pocas, pero por encima de todo están unidos, aunque discutan, aunque una de las mujeres (las dos a veces) sea dominante y belicosa, en ningún momento se plantean vivir de otro modo que el uno junto al otro. Cuando su marido muera asesinado, Bittori le seguirá guardando una fidelidad inquebrantable, compartiendo ante su tumba cada uno de los sucesos de su vida.

Saltamos a la siguiente generación y realmente es un desastre. No hay matrimonio que se tenga en pie. Después de múltiples experiencias afectivas, y sobre todo sexuales, una de las hijas acaba casándose con un hombre cuya carta de presentación es que la ha poseído estando ella completamente borracha. Antes de la boda ella acepta que en adelante él le sea infiel con quien quiera, pasando en adelante por un ciclo interminable de rupturas y reconciliaciones.

La hija de la otra familia también tiene un matrimonio desgraciado, y acaba divorciándose.

También pasan por la experiencia de un aborto provocado.

Los hijos varones no salen mejor parados.

Sus vidas se disuelven como azucarillos, sin consistencias en las que apoyarse.

De ahí el regusto amargo que me iba dejando conforme avanzaba, a pesar de momentos luminosos.

Hay humanidad, por supuesto; deseos por parte de algunos personajes de que se supere el daño causado, pero por debajo de eso hay vidas rotas, mosaicos desdibujados sin orden ni concierto. Somos nosotros; es nuestra distorsionada realidad.