Hoy toca un poco de poesía brotando de la Vida, con mayúscula.
viernes, 29 de mayo de 2015
jueves, 21 de mayo de 2015
... ni tan calvo
Está ya muy mayor y carga a cuestas sus muchos achaques. Cada poco tiempo tiene que buscar un lugar donde sentarse para retomar fuerzas; a veces un banco, otras la terraza de algún bar. Entonces el camarero se le acerca y ella le explica que no quiere tomar nada, que sólo se está reponiendo, y éste le responde que tranquila, que puede estar el tiempo que haga falta. En ocasiones incluso le ofrecen un vaso de agua que ella rehúsa y agradece.
Ella me repite: "Hay que ver qué buena es la gente. ¿Te das cuenta? ¡Qué buena es!". Hablo de mi madre.
Tenemos muchas cosas que mejorar como sociedad, es cierto, como también lo es que tendemos a ser demasiado negativos, corrosivos incluso. No, no todo es malo, por muy noticiable que eso sea, hay mucho bueno, en tu calle, en la mía, por todas partes; sólo hay que abrir los ojos y los oídos.
domingo, 17 de mayo de 2015
El mensaje de Hermes
Una nueva bitácora ha llegado a la blogosfera. Cargada de inquietudes humanísticas y, confío, con un prometedor recorrido.
Han tenido la gentileza de hacerme una entrevista en esta nueva andadura. Y yo, deseándoles la mayor de las fortunas, os ofrezco aquí su enlace para que lo conozcáis. Su nombre:
EL MENSAJE DE HERMES.
jueves, 14 de mayo de 2015
¡Vuelve el NO-DO!
Para sorpresa de propios y extraños, el famoso noticiario-documental NO-DO vuelve a emitirse. Sí, algo está cambiando en el panorama de la comunicación, pero más con aires vintage que tecnológicos.
No se pierdan esta sorprendente emisión del NO-DO.
martes, 12 de mayo de 2015
El infractor
Se aproximan las elecciones y me queda la impresión de que de una u otra forma todos los candidatos prometen lo mismo: más Estado. Si en tiempos de Cristo era prácticamente imposible que un israelita dejase de quebrar alguno de las seiscientos trece mandatos que su ley les imponía, hoy esto se ha multiplicado por mil, con varias administraciones regulando y contrarregulando sin cesar. ¡Al menos en la Palestina del año 30 las normas eran estables!
Estoy convencido de que si analizáramos el día más insípido y rutinario de cualquier ciudadano encontraríamos un gran número de normas, regulaciones y leyes transgredidas (muchas de ellas opuestas entre sí).
Lo más hiriente es la intromisión del Estado en todas y cada una de las esferas de nuestra vida. Ha habido regímenes absolutistas muchísimo menos intrusivos que nuestras primorosas democracias. Se gastan fuertes sumas en campañas para decirme si tengo que hacer más o menos tareas domésticas, amenazan con inspeccionar mi basura para ver si reciclo adecuadamente, los parlamentos se meten a dictaminar normas ortográficas (Lleida, Bizkaia… y un día estos Londón y Washingtón), ahora algún candidato ha llegado a proponer la cantamañanada de limitar a dos el número de personas que van a poder dormir en una habitación, da igual que ésta tenga diez metros cuadrados o trescientos.
Casi no me atrevo a criticar en voz alta la obligatoriedad de usar el cinturón de seguridad porque un coro de voces paternalistas se alzarán inmediatamente para afirmar las bondades de tan benéfica norma; y no dudo de las bondades de usar el cinturón, sino de su obligatoriedad, de que me sancionen por mi bien. Por esa regla de tres, cualquier día me prohibirán por ley salir de casa sin lavar los platos, comer queso antes de acostarme o echarme a dormir sin cepillarme los dientes. Que todo eso está muy bien, pero no podemos vivir en una sociedad de menores de edad en la que el Estado se inmiscuya en absolutamente todo.
El que quiera vivir en un rebaño, que solicite la incapacidad y se ponga bajo la tutela de quien quiera, yo, por mi parte, prefiero poder equivocarme, pero al menos ser hombre.