Lo leí de pequeño, tal vez con once o doce años, no recuerdo
bien, aunque sí que me conmovió hondamente. Este año me he encargado de que los
Reyes Magos se lo traigan a una de mis hijas. Me refiero a “Corazón”, escrito
por Edmundo de Amicis en 1886.
El libro narra en forma de diario las experiencias escolares
de un muchacho turinés, alternándose en el relato los cuentos mensuales que
leen en clase y algunas reflexiones de los padres de Enrique, el protagonista.
He de confesar que una vez que el regalo había llegado a
casa se despertaron en mí algunas dudas sobre su conveniencia. ¿Sería apto para
una niña de ocho años? ¿Entendería las situaciones, el vocabulario, llegaría a
interesarle? El mejor modo de aclararme era leerlo yo, y así lo he
hecho.
He de decir que ha sido un autentico deleite. La obra es un
concentrado de virtud, de superación, de civismo. El sacrificio, la ayuda al
necesitado, el patriotismo, la redención social, la honra a los padres y a los
maestros impregnan cada página.
Está escrito con sumo acierto, tocando, efectivamente, el
corazón del lector, que se siente impelido a actuar con nobleza, la misma que
mueve a sus protagonistas. No he podido evitar emocionarme en diversas
ocasiones, y eso que ya peino algunas canas en las sienes (bueno, peinar lo que
se dice peinar no peino nada, pero las canas ahí están).
Desde luego su vitalidad perenne lo convierte en un clásico.
Lo recomiendo vivamente y me congratulo de habérselo pedido personalmente al
Rey Baltasar; ha sido un verdadero acierto.