miércoles, 21 de abril de 2010
El discípulo borracho de Wittgenstein (o dónde están las llaves matarilerilerile)
Un guarda jurado regresa del trabajo a su casa a las tantas de la madrugada. Cerca de su domicilio se topa con un hombre visiblemente ebrio que, tambaleante, parece buscar algo en el suelo junto a una farola. El honrado trabajador se apiada del borracho y le pregunta:
- ¿Le puedo ayudar, caballero?
- Ssssí, graciassss. Se me han caído las llaves de mi casssa y no las encuentro. ¡Hip!
Así que el guarda se pone manos a la obra y mira y remira por el suelo.
Al cabo de un rato de no encontrar nada, vuelve a preguntarle:
- ¿Pero está usted seguro de que se le han caído por aquí?
Con la cabeza en permanente vaivén, el beodo le responde:
- No, en realidad se me han caído allá lejossss, lo que pasa es que junto a la farola se ve mejor.
Desconozco si el filósofo Wittgenstein bebía mucho o era abstemio, lo que sí puedo decir es que seguía la misma lógica que el borracho del chiste.
Wittgenstein era neopositivista. El neopositivismo dice que sólo tienen sentido aquellas proposiciones que sean empíricamente comprobables. Dicho de otro modo, sólo son válidas aquellas afirmaciones que se pueden verificar científicamente.
“La Tierra gira alrededor del Sol” es una afirmación que sí tiene significación para un neopositivista, porque la física me permite comprobarlo. “Dios existe” o “Dios no existe” son dos frases que carecerían de sentido, pues no puedo demostrarlas al modo en que pruebo que la fuerza de la gravedad afecta al jamón de Teruel. Es decir, para los neopositivistas no es que Dios exista o deje de existir, sino que como no puedo probar científicamente ni lo uno ni lo otro, pues entonces carece de sentido la misma cuestión de la existencia de Dios.
- Estoy enamorado de Margarita.
- ¿Lo puedes probar?
- Bueno, ayer le mandé flores.
- Científicamente eso no nos dice nada. Lo único que prueba es que entre la floristería y la casa de Margarita hay un espacio físico que puede ser recorrido por un ramillete de flores, una Vespino ruidosa y un motorista lleno de acné.
- ¿Qué quieres decir, que no amo a Margarita?
- Tampoco, pues eso no se puede probar. Lo que te digo es que o me metes tu amor a Margarita en una probeta o no tiene sentido hablar de amar o dejar de amar a la susodicha.
- Pero a mí me va la vida en ello.
- ¿En qué, si no hay nada al respecto?
- ¡Anda y que te den!
Los neopositivistas ven mejor cerca de la farola de la ciencia, por eso han decidido que todo aquel ámbito al que no llega con nitidez esa luz, sencillamente no cuenta. Así que si la llave de algún problema se nos ha quedado fuera... no nos quedará otro remedio que dormir la mona a la intemperie.
La verdad es que la postura neopositivista es bastante triste... En cuanto a Wittgenstein, me quedo con sus interesantes aportaciones filosóficas sobre el lenguaje.
ResponderEliminarUn saludo,
Javi.
Hola Rafa.
ResponderEliminarTe animo a seguir escribiendo, pues me encantan tus artículos. Son muy enriquecedores.
Un saludo.
Jajajajaja, como lea esto un profesor que he tenido de Filosofía del Derecho (también da, Teoría del Derecho)... no sé si me hubiera aprobado al comprobar que tú y yo somos familia...!!! los neopositivistas.. jijij, cuando quieras te dejo mis apuntes ;)
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